Espero que te ayuden estas
palabras que te pongo a continuación para llevar a cabo con fruto este rato de
oración. Sería bueno, si es posible, que realices tu rato de oración delante de
Cristo en la Eucaristía. Si no es posible porque no cuentas con esta
posibilidad, dedícale este tiempo al Señor en la soledad acompañada por Él.
Empezamos nuestra oración invocando
al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el
fuego de tu amor”.
¡Señor, quiero ser tu amigo! Esta
debe la respuesta principal que debe brotar siempre de nuestro corazón como un
grito enorme porque Dios es el Amigo que nos da la felicidad, porque Él nunca
nos va a abandonar.
¿Quiénes son los amigos fuertes de
Dios? Son los santos, los amigos de Jesús. Como en la vida, los verdaderos
amigos son los que realmente se conocen y se conocen profundamente y no
alardean de ello. Los santos no alardeaban de conocer a Jesús delante de los
demás, para que los viese la gente, sino que lo llevaban en su interior, ya que
su conocimiento es profundo y verdadero. En cambio, como dice el Evangelio de
hoy, los fariseos e hipócritas, alardeaban y presumían de estar cerca de Dios.
Cogían los mejores sitios, tocaban la trompeta a la hora de dar limosna y
llamaban la atención para que los viese la gente. No actuaban discretamente
porque lo que les pasaban es lo que le sucede hoy en día a gran parte de la
sociedad; realmente tenían una gran falta de amor en su vida y por ello
necesitaban compensarla con la aprobación de los demás, por no querer tener al
verdadero Dios en su corazón. Jesús en el Evangelio nos enseña cual es el
camino. La discreción, el pudor y el amor profundo van unidos; y la verdadera
entrega es la que no se ve. “Cuando hagas limosna, que no sepa tu mano
izquierda lo que hace tu derecha”. Cuando reces no lo hagas a voz en grito como
los que desean ser vistos por los demás, de una manera superficial. Tú cuando
reces hazlo de una manera profunda: “entra en tu cuarto, cierra la puerta y
reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido,
te lo pagará”. Haz silencio interior (entra en tu cuarto), cierra la puerta
(solos tú y Dios) y reza a tu Padre (habla con Dios). ¿No quieres ser santo?
¿No quieres ser un amigo fuerte de Dios? Dios lo ha prometido y nos los dice
por boca del salmista: El Señor guarda a sus leales, “Sed fuertes y valientes
de corazón los que esperáis en el Señor”.
Nos ponemos bajo la protección del
manto de la Virgen María, para que nos lleve junto a Jesús y para que nos ayude
a ser amigos fuertes y felices de Dios, como lo son los santos.