20 junio 2018. Miércoles de la XI semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


Espero que te ayuden estas palabras que te pongo a continuación para llevar a cabo con fruto este rato de oración. Sería bueno, si es posible, que realices tu rato de oración delante de Cristo en la Eucaristía. Si no es posible porque no cuentas con esta posibilidad, dedícale este tiempo al Señor en la soledad acompañada por Él.
Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.
¡Señor, quiero ser tu amigo! Esta debe la respuesta principal que debe brotar siempre de nuestro corazón como un grito enorme porque Dios es el Amigo que nos da la felicidad, porque Él nunca nos va a abandonar.
¿Quiénes son los amigos fuertes de Dios? Son los santos, los amigos de Jesús. Como en la vida, los verdaderos amigos son los que realmente se conocen y se conocen profundamente y no alardean de ello. Los santos no alardeaban de conocer a Jesús delante de los demás, para que los viese la gente, sino que lo llevaban en su interior, ya que su conocimiento es profundo y verdadero. En cambio, como dice el Evangelio de hoy, los fariseos e hipócritas, alardeaban y presumían de estar cerca de Dios. Cogían los mejores sitios, tocaban la trompeta a la hora de dar limosna y llamaban la atención para que los viese la gente. No actuaban discretamente porque lo que les pasaban es lo que le sucede hoy en día a gran parte de la sociedad; realmente tenían una gran falta de amor en su vida y por ello necesitaban compensarla con la aprobación de los demás, por no querer tener al verdadero Dios en su corazón. Jesús en el Evangelio nos enseña cual es el camino. La discreción, el pudor y el amor profundo van unidos; y la verdadera entrega es la que no se ve. “Cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha”. Cuando reces no lo hagas a voz en grito como los que desean ser vistos por los demás, de una manera superficial. Tú cuando reces hazlo de una manera profunda: “entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará”. Haz silencio interior (entra en tu cuarto), cierra la puerta (solos tú y Dios) y reza a tu Padre (habla con Dios). ¿No quieres ser santo? ¿No quieres ser un amigo fuerte de Dios? Dios lo ha prometido y nos los dice por boca del salmista: El Señor guarda a sus leales, “Sed fuertes y valientes de corazón los que esperáis en el Señor”.
Nos ponemos bajo la protección del manto de la Virgen María, para que nos lleve junto a Jesús y para que nos ayude a ser amigos fuertes y felices de Dios, como lo son los santos.

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