Las lecturas para este domingo van a
centrar nuestros ojos en Jesús. El mismo que ha recorrido el jueves pasado, y
recorrerá este día, calles y plazas. El amor de los amores luce en
custodias bajo la bóveda de los cielos. El Rey del amor reparte bendiciones
revestido de la humildísima condición de un trocito de pan. Tomamos de este
Señor que SE DA en millones de pedacitos para alimentarnos, fuerza y fe para
hacernos alimento para el que de nosotros necesite.
Propongo para tu oración el mensaje
con el que la C. Episcopal Española nos invita a tomar conciencia de esta
verdad (Jesús Eucaristía) y la responsabilidad (compromiso social) que de ello
se deriva. Lo resumo y adapto.
“Compromiso social y caridad
transformadora”. En palabras
de Benedicto XVI, el Corpus Christi, “se convierte en el factor renovador de la
historia y de todo el cosmos [pues], en efecto, la institución de la Eucaristía
muestra cómo aquella muerte, de por sí violenta y absurda, se ha transformado
en Jesús en un supremo acto de amor y de liberación definitiva del mal para la
humanidad”.
Tu compromiso mejora el mundo. Transformados interiormente por la contemplación del amor
incondicional de Jesucristo, adquirimos el compromiso en favor de los más
débiles y por la transformación del mundo. Un compromiso que nace de la fe en
la Trinidad. Desde esta configuración con Cristo, se proponen cuatro
compromisos: vivir con los ojos y el corazón abiertos a los que sufren; cultivar
un corazón compasivo; ser capaces de ir contracorriente y ser
sujeto comunitario y transformador.
La caridad es transformadora. Dice el papa Francisco en (EG, nº 188): «La
Iglesia, guiada por el Evangelio de la misericordia y por el amor al hombre,
escucha el clamor por la justicia y quiere responde a él con todas sus fuerzas.
En este marco se comprende el pedido de Jesús a sus discípulos: “¡Dadles vosotros
de comer!” (Mc 6,37) De acuerdo con estas enseñanzas del Santo Padre, podemos
concluir que la acción caritativa no es mera asistencia…sino que promueve el
desarrollo integral de los pobres y coopera a la solución de las causas
estructurales de la pobreza. Y nuestros obispos añaden «nuestra caridad no
puede ser meramente paliativa, debe ser preventiva, curativa y propositiva».
Pidamos al Espíritu una mística
social transformadora. Acción
que nace de la Eucaristía y pedimos que nos ayude a comprometernos
en la transformación del mundo. Siendo así que la caridad nos impulsa a la
conversión de nuestros criterios y actitudes, de nuestra manera de pensar y de
actuar, para colaborar con el Señor en el acompañamiento a las personas y en la
transformación de las estructuras que generan pobreza, discriminación y
desigualdad. 1
“¿Cómo pagaré al Señor todo el
bien que me ha hecho?”, nos dice el Salmo 115. Ahí mismo se lee, “te
ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor”. La
deuda que debemos al Señor la saldamos, por decir así, en esa atención, con
entrañas de misericordia, a todo y todos los que nos rodean. Pero con el nombre
del Señor en el corazón, pidiendo luz y fuerza. La misma actitud que tuvo
nuestra madre María al ir a ayudar a su prima Isabel, se levantó y
marchó deprisa. Pero sus labios rebosan lo que su corazón orante
meditaba, mi alma glorifica al Señor.
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