Empezamos nuestra oración invocando
al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el
fuego de tu amor”.
Estamos en el mes de junio, mes
dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. Le pedimos al Señor que nos mire con su
corazón misericordioso y nos dé la gracia para realizar con fruto este rato de
oración. Le pedimos también que nos reúna en torno a Él en el amor a su
corazón.
A veces cuesta saber y entender qué
nos está pidiendo el Señor en cada uno de los acontecimientos de la vida que
surgen en nuestro caminar. Nos cuesta decidir porque no entendemos qué es lo
que nos está pidiendo el Señor con las cosas que nos sucede. Nos parece, a
veces, que Dios no nos escucha y que no sabemos qué decidir, porque no oímos su
voz o no la sabemos escuchar. Puede que nos esté ocurriendo que busquemos
escucharle a nuestra manera; es decir, que queramos que Dios nos hable en la
forma en la cual queremos escucharle. Pero Dios no habla con grandes artificios
o grandes ostentaciones. Dios habla en lo profundo del corazón de cada uno.
Esta manera de comunicarse con
nosotros nos la revela Dios en la lectura del Libro de los Reyes, que la
Iglesia de nos presenta hoy como primera lectura para la celebración de la
Eucaristía. Elías sube al monte de Dios porque Dios se le quiere revelar. Qué
importante es para nosotros reservar ratos de oración para el Señor y también
que importante es hacerlos en un lugar adecuado; como Elías que sube al monte
del Señor, para escucharle. No se le revela con grandes artificios, presentados
como: el huracán o el terremoto, si no que se le revela en un susurro, como en
una suave brisa. Así actúa y nos habla Dios, en lo profundo, al corazón. Por
eso, para poder escucharle y entender qué es lo que nos pide y quiere para
nosotros, ábrele el corazón y déjate hacer. Que la suave brisa del Espíritu y
el susurro de su palabra te cubran de Su presencia y de Su amor.
Y en esa escucha del Señor puedes
recitarle el salmo: “escúchame Señor que te llamo, ten piedad respóndeme, …”.
Pedimos la intercesión de nuestra
Madre la Virgen. Ella es maestra en escuchar al Señor. Ella supo escuchar en su
corazón la llamada de Dios a ser la Madre de su Hijo. También escuchó en el
Calvario como Dios le encomendaba ser nuestra Madre. A igual que ella guarda
todas las cosas en su corazón, le pedimos que nos enseñe a oír la voz del Señor
y a responder a su llamada.