30 junio 2018. Sábado de la XII semana del T. Ordinario – Santos protomártires de Roma – Puntos de oración


Oración preparatoria: Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad.
Como composición de lugar te sugiero el cuadro de Paolo Veronés del Museo del Prado: “Jesús y el centurión”. https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/jesus-y-el-centurion/b5be4149-9cb8-4f12-91a9-585694f63b6e
Inicio con una reflexión que siempre me asalta cuando leo textos del Antiguo Testamento como el de hoy. La reflexión es que la imagen del Dios que me presenta el texto de las Lamentaciones no se me hace cercana ni reconocible, no me cuadra con la imagen que tengo de Dios, con la imagen que se deduce de la revelación definitiva en Jesucristo.
El hebreo que escribió este pasaje nos describe un Dios duro, terrible, iracundo: “sin piedad, …lleno de cólera…”, que ha castigado al pueblo de Israel sin misericordia…Quizás era el modo de interpretar las desgracias históricas que el autor inspirado tenía. Y por increíble que nos parezca, Dios siempre respeta la libertad humana aun en el modo de colaborar con Él interpretando los sucesos.
Hoy sabemos que es la libertad del hombre, con sus amplias posibilidades de acción en sentido positivo y también en sentido negativo, la que configura la historia. No es el Dios iracundo el que castiga, sino las decisiones equivocadas, las pasiones de los hombres no controladas, el peso del pecado. Dios actúa, sí pero en otro sentido: desde la gracia y la misericordia. Esa es la acción principal de Dios.
La Iglesia, que es maestra, y enseña también con su sabiduría litúrgica, ha colocado el mismo día los dos textos principales que meditamos: el del libro de las Lamentaciones y el pasaje de Jesús y el siervo del centurión del evangelio de Mateo.
¡Qué distinto es el Dios que se revela en Jesús! Es un Dios cercano, que se acerca al hombre caído y afligido (observad cómo lo ha expresado Veronés en su cuadro), es un Dios compasivo y misericordioso.
Si el hebreo que escribió el texto de las Lamentaciones fuera capaz de ver y contemplar la escena de Jesús, y se le revelará que estaba ante el mismo Dios, posiblemente lo primero que haría sería romper todos sus escritos.
Dejémonos de reflexiones y quédate acompañando a Jesús: céntrate en sus miradas y sus acciones. Con el centurión, con la suegra de Pedro, con todos los que le llevaron esa noche. Es el verdadero Enmanuel, el Dios-con-nosotros, el Dios todo-misericordia.
Termino mi oración en un coloquio con la Virgen, agradeciendo y suplicando que me ponga siempre junto a su Hijo.

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