También en tiempos de
Jesús, había escribas que buscaban la verdad, y como consecuencia se hacían
preguntas y cuestionaban su vida… Hoy nos encontramos con el caso de uno de
estos personajes… No viene a Jesús poniendo trampas, no viene con preguntas de
doble sentido, sino que viene con una inquietud en su alma, y Jesús responderá
a la misma con profundidad y suma claridad…
¿Y nosotros, nos
hacemos también preguntas como la de este escriba en nuestra oración
personal...? No hace mucho me comentaba un alma consagrada, el bien que le
había hecho el seguir unas pautas de preguntas fundamentales en su oración
diaria… Creo que es necesario, de vez en cuando, el que nos cuestionemos un
poco…
Por ejemplo:
1. ¿Qué
consecuencia conlleva en mi vida mi oración diaria?
2. ¿Salgo
de la oración con algún compromiso concreto para ese día...?
3. ¿Qué
es lo que más me impacto del Evangelio que medito...?
4. ¿Alguna
vez me pregunto sobre la calidad de mi vida cristiana...?
5. ¿Qué
arroja diariamente el examen de mi oración...?
Si nos fijamos en la
respuesta de Jesús a este escriba, nos damos cuenta de que por dos veces
aparece el verbo AMAR. Lo primero es amar a Dios y después amar al prójimo… En
esto resume Cristo todos los mandamientos… Hoy puede ser un buen momento para
que “nos examinemos en el amor” y descubramos si realmente estamos amando, si
amamos de verdad y en verdad… ¿Cómo saberlo? Hagamos lo mismo que hizo el Papa
Francisco cuando nos quiso hablar de la santidad en su Exhortación Gaudete
et exsultate, miremos a las Bienaventuranzas:
¿Soy pobre de espíritu?
¿Por quién y por qué
lloro?
¿Soy manso?
¿Tengo hambre y sed de
justicia?
¿Soy misericordioso?
¿Soy limpio de corazón?
¿Busco la paz?
¿Alguna vez he sufrido
persecución en mi vida cristiana?
¡Y no te olvides, si no nos
examinamos ahora sobre el amor, nos examinarán al final de la vida, cuando ya
no podamos amar...!