«Vosotros sois la sal de la tierra»
«Vosotros sois la luz del mundo»
Al comenzar nuestra oración seguimos
la recomendación que el mismo Jesús hizo a los apóstoles cuando le pidieron:
Maestro, enséñanos a orar. “Cuando oréis, decid: Padre
nuestro…” y así, muy despacio, saboreando cada una de las palabras
del padrenuestro nos vamos serenando y enfocando nuestra atención en la morada
interior donde habita Dios.
La Santísima Trinidad vive en
nosotros, qué alegría y qué fuerza sentimos al saber que Dios Padre, Dios Hijo
y Dios Espíritu Santo; las tres personas divinas habitan en nuestra alma.
La primera lectura del primer
libro de los Reyes (17,7-16) nos narra un encuentro entre dos personas que fue
salvador para ambas por la obediencia. La palabra del Señor le dijo al profeta
Elías que padecía entonces una terrible hambruna debido a una sequía: «Anda,
vete a Sarepta de Fenicia a vivir allí» Y Elías se marchó a vivir a ese país
extranjero. Una viuda fenicia, cuyo nombre no sabemos, hoy la llamaríamos libanesa,
mientras recogía leña para cocer el último panecillo para ella y su hijo,
escuchó un grito: «Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba
y tráeme también en la mano un trozo de pan.» Ambos, los que se encuentran,
Elías y la viuda están en una situación extrema, de vida o muerte y se
encuentran por voluntad de Dios que ha enviado al profeta a esa tierra para ser
ayudado por una mujer pobre. Ella, se resiste a ayudar a Elías, pues tiene lo
justo para sobrevivir un día. Sin embargo, poco después va a confiar en la
palabra del profeta y a obedecer. «Primero hazme a mí un panecillo y tráemelo;
para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así dice el Señor, Dios de
Israel: "La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará,
hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra."» Ella se
fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo. Ni la
orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho
el Señor por medio de Elías.
«Vosotros sois la sal de la tierra»
«Vosotros sois la luz del mundo»
Estamos en la campaña de la
Visitación en la que todos oramos para que este verano que va a comenzar, con
todas sus actividades sea totalmente para Cristo y la Virgen, para su mayor
gloria y alabanza. Y todos actuamos llevando a Jesús a los demás como lo hizo
María desde la Visitación a su prima hasta la asunción a los cielos y continúa
aun haciéndolo en la Iglesia.
En este rato de oración pensemos,
junto al Señor, como vamos a ser la sal y la luz del mundo, en nuestros
ambientes de trabajo y estudio, en la familia, en el barrio, con los amigos,
siempre con todos y en todas partes. Especialmente en las actividades de la
Milicia y el Movimiento: Campamentos, Convivencias, Aulas de Verano, peregrinaciones,
Misión y Voluntariado, Ejercicios Espirituales, …
Y al término de la oración podemos
meditar una vez más estas palabras de nuestro querido Abe, que tanto nos ha
guiado por años en este mes de junio y durante las Campañas de la Visitación:
“No te desaliente nada ni nadie.
Sería muy doloroso para el Corazón de Jesús si en alguna ocasión llegáramos a
pensar que nuestra miseria es mayor que su misericordia.