25 junio 2018. Lunes de la XII semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


Estamos en la campaña de la Visitación, todos los días hay lecturas continuadas de la Misa, también es el mes del corazón de Jesús. Yo he preparado los puntos de meditación de mañana veinticinco de junio en base a las ideas del Padre sobre este mes que aparecen en su Oracional.
Jesús paciente y humilde de Corazón, haz nuestro corazón semejante al Tuyo.
Tú lo dijiste: Por la paciencia poseeréis vuestras almas... Felices los pacientes, porque ellos poseerán la tierra...
Por la paciencia corremos a la santidad, pues «la paciencia perfecciona las obras». Y por la paciencia se salvan las almas. La conversión de un mahometano le costó a San Pedro Claver veintidós años de paciente espera. «Las cosas de Dios, cuantas más contradicciones sufren, mejor resultan, con tal que no desfallezca nuestra resignación y confianza».
La paciencia no florece sin la humildad. Somos impacientes porque fallamos en la humildad. Tu Corazón, saturado de oprobios, nos enseña un camino: amar la humillación, aceptar el desprecio, y nos da fuerza para seguirlo.
Un «punto de honra» es lo que nos detiene. Es el deseo de agradar, caer bien, gozar de prestigio. Es «cadena que no hay lima que la quiebre, si no es Dios con oración, y hacer mucho de nuestra parte». Y el demonio se empeña en hacernos «entender que es obligado tener ese apego al punto de honra».
Jesús, dulzura y sencillez, humildad y paciencia brotan de Tu Corazón. Solo las recibimos si se cruzan dos miradas: la Tuya y la nuestra. En el cruce de estas dos miradas se zurce la trama de las santidades más estupendas, porque de Tus ojos brotan para el alma torrentes de gracia. El cruce de estas dos miradas se hace cañamazo bordando las entregas más generosas.
Puedes empezar la oración, justamente con este cruce de miradas. En los evangelios aparecen varios cruces, por ejemplo cuando Jesús está en el interrogatorio en casa de Anás y de Caifás, ya le han abofeteado, ya ha pasado por el huerto de los olivos… En otra parte del complejo de casas y patios está Pedro. Acaba de decir por tercera vez, con palabrotas incluidas que ni conoce ni quiere saber nada de Jesús. Se da cuenta de su traición y solo tiene fuerzas para huir de allí, hundido en la miseria. En ese momento, pasan a Jesús de un patio a otro y se cruzan y se miran (Lc) (este cruce de miradas puede ser buena composición de lugar para muchos, para los muy amantes del Señor y para los buenos atormentados (demonio / psicología) por sus maldades reales anteriores ya confesadas o porque sus hijos no “van a Misa” y le dan vueltas a qué habrán hecho de malo en su educación para que acaben así).
Hay otro cruce de miradas más sencillo y también vivificante. Un señor se sube a un árbol para ver a Jesús que pasa por allí. Jesús le mira, supongo que, a la cara, a los ojos. Se para y le dice: baja, Zaqueo que hoy quiero hospedarme en tu casa. Baja, y se transforma.
Pero tú, como yo, somos de ahora, del siglo XXI y Jesús no camina por nuestras calles ni se sube a los autobuses; entonces ¿cuándo puedo decir que se han cruzado nuestras miradas, la suya y la mía? Anda, que si también hubiese distintos grados de cruce de miradas… ¡María, socorro!
Jesús, paciente y humilde de Corazón. Haz nuestro corazón semejante al Tuyo.

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