“La oración es tratar de amistad estando
a veces asolas con quien sabemos que nos ama” (Santa Teresa).
El sábado se ha representado el Musical
contigo en Zamora. Me tocó preparar algunas habitaciones para que alguno de los
actores pudiera dormir. Pensaba que podía ofrecer mi habitación a alguno de
ellos. Traté de ordenarla, colocar las cosas para que se sintiera acogido y
bien. Luego, al hacer la oración meditaba que, lo mismo que he hecho con ese
amigo, tengo que hacer con Jesús que quiere entrar en mi corazón: desprenderme
de cosas y preparar el corazón.
Nos dice el salmo: “Se llena mi boca de
su alabanza y canta tu gloria”.
Una vez más aparece Juan Bautista
preparando el camino para el Señor. Es importante que nos preparemos para su
venida. Si Jesús nos encuentra bien dispuestos, la Navidad será un momento de
muchas bendiciones. En este texto aparecen destacados dos detalles de esa
preparación. Dice que Juan vino antes de Jesús “para reconciliar a los padres
con los hijos y para que los rebeldes aprendan a obedecer”. Si queremos
prepararnos, es importante prestar atención a esas dos cosas: tratar de
reconciliarnos con los demás, abandonar el rencor, perdonar, liberarnos del
peso oscuro del resentimiento que nos ata; y también aprender a obedecer. Esto
significa abandonar la rebeldía y aceptar que, a veces, cuesta y duele cumplir
la Palabra de Dios.
El Niño de Belén, Jesús, Verbo de Dios
humanado, es el protagonista de esta historia de amor de Dios con nosotros. Su
presencia real y sacramentada en la historia, en la que vino, viene y vendrá,
se deja sentir como caricia, ternura y regalo del “Dios Trino y Uno” a la
Humanidad de todos los tiempos, y de forma personal a cada uno de los que
acogemos el don de su oferta. Él es Felicidad misma, la Luz que disipa las
tinieblas de este mundo, la Llama ardiente que nos envuelve en el calor de su
caridad infinita y Misericordiosa, frente a la frialdad de este mundo, que
gélido y brumoso por los múltiples y graves problemas en que nos enredamos los
humanos, gemimos esperando el rescate definitivo de la Divinidad que nos ama y
perdona, hasta encarnarse, entrega su vida en la cruz, para nuestra redención,
resucitar y quedarse en la eucaristía con nosotros hasta su vuelta. Así nos los
afirma la fe: “Tanto amó Dios al mundo que envió a su propio Hijo para
salvarlo…”
Pensar en este tiempo de oración que
estamos cerca del sagrario, o en nuestra casa reservar un tiempo. ¿Cómo vivo la
presencia de Jesús en este adviento? ¿Es Jesús fuente de misericordia en mi
vida? Cuando me pesan los problemas, ¿acudo a Él? ¿Ofrezco esa confianza
a mis conocidos cuando me hablan y los remito a Él?
El modelo de caminar en la vida es la
Virgen María ¡Una sencilla muchacha de pueblo que lleva en su corazón toda la
esperanza de Dios! En su seno, la esperanza de Dios ha tomado carne, se ha
hecho hombre, se ha hecho Historia: Jesucristo (Papa Francisco).