2 diciembre 2018. Domingo I de Adviento (Ciclo C) – Puntos de oración


Hoy, primer domingo de adviento, primer día del año cristiano, el evangelio coincide en toda su segunda parte (Lc 34-36) con el evangelio de ayer, último día del año.
Celebrando la segunda venida de Cristo, parece decirnos la liturgia, nos preparamos para recibirle tal como vino en su primera venida, que es lo que celebramos en la Navidad.
Terminaba ayer el evangelio con las palabras "manteneros en pie ante el Hijo del hombre", y hoy vuelve a terminar de la misma manera. Nos empujaban ayer a acercarnos a María, que es quien, en medio de las "inquietudes de la vida", nos ayuda a permanecer, como ella al pie de la cruz, junto al Señor. Con el mismo evangelio parece que el Señor nos dice que en este nuevo adviento nos peguemos a la Madre y de su mano hagamos el recorrido de cuatro semanas que nos llevará a la humildad de la cueva de Belén.
La fiesta de la Inmaculada, puesta estratégicamente a comienzo del adviento, parece querer decirnos lo mismo. Junto a ella nada pueden "el estruendo del mar y el oleaje". Ella nos ayuda a celebrar la primera venida de Jesús ansiando y esperando la segunda. 
Por eso el sentimiento que puede llenar nuestro corazón en la oración de la mañana es de confianza. Así empieza la misa de hoy: "A ti levanto mi alma, Dios mío, en ti confío". Y lo repetiremos en el salmo: "A ti, Señor, levanto mi alma".
En medio de los agobios de este final de trimestre, cuando se nos agolpan el trabajo, los estudios, las tareas apostólicas, elevemos el corazón a Dios, suspiremos por el encuentro con el Señor:
¡Marana tha! ¡Ven, Señor Jesús!

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