30 diciembre 2018. Domingo dentro de la Octava de Navidad – La Sagrada Familia (Ciclo C) – Puntos de oración


¿Por qué me buscabais?
Es la respuesta desconcertante de Jesús, que su Madre conservaría toda la vida en su corazón. Así nos lo cuenta Lucas al final del pasaje: “Su madre conservaba todas esto en su corazón”. Esta actitud contemplativa de María es en la que me gustaría que nos quedáramos meditando en este último domingo del año.
Como ya hice hace tiempo, para empezar bien nuestra oración os propongo una variante de la oración preliminar de San Ignacio, para que se note nuestro cariño entrañable a la Virgen: Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu divina majestad y en agradecimiento a Nuestra Señora.
Estamos en la octava de Navidad: ¿por qué ocho días? Quizás porque tan grande es la fiesta que la liturgia ha determinado que tenga un eco de ocho días para que vayamos calando poco a poco en el misterio de la Encarnación del Señor.
Es el último domingo del año, y por ser el domingo inmediatamente siguiente a la Navidad es la fiesta de la Sagrada Familia. Quizás el día 31 es tiempo de hacer un balance de acción de gracias del paso de Dios por nuestra vida en este año. Sin embargo, hoy os propongo quedarnos en la escena del Evangelio y sobre todo recorrer descansar nuestra mirada en los tres miembros de la Sagrada Familia.
Habiendo terminado hace poco el año jubilar del Venerable Padre Morales voy a entrelazar unos textos suyos que explican el Evangelio de hoy, con algún comentario personal, que nos ayuden a entrar en la escena.
José
«Esposo de la Virgen, custodio del Señor, llévanos a María y, por María, a Dios.» Por aquí debe comenzar nuestra oración. José tiene que actuar de introductor. Sólo conducidos por él podremos penetrar en Nazaret. «En especial personas de oración, siempre le debían ser aficionadas. Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso santo por maestro, y no errará el camino» (Santa Teresa).
María
Al descubrir a la Virgen en Nazaret, acercándote, dile: Madre, que le conozca, que le ame, que le viva. Tú que estuviste tan cerca de Él, preséntamelo. Haz que le contemple desapareciendo en vida oculta, pobreza, obediencia, trabajo. Haz que saboree las frases del Evangelio.
La escena que contemplamos hoy del evangelio de Lucas, que termina con la partida hacia Nazaret y el inicio de la vida oculta de Jesús, tiene engarzada una frase que recoge la actitud de la Virgen en todos estos acontecimientos y en toda su vida de seguimiento de Jesús: “Su madre conservaba todas esto en su corazón”.
Pues tomemos a María como modelo, entremos en su escuela y aprendamos su lección de contemplación. Recojamos todo el año, todos los acontecimientos de gracia y misericordia que nos han acontecido en este 2018, todo el paso de Dios por nuestra vida y aprendamos de ella a meditarlos en el corazón.
Jesús
Él es el centro de nuestra vida.
Y vino a Nazaret. Desaparece en vida oculta para redimirme de mis vanidades. (…) Y Jesús es el último entre los últimos, pues en aquella casa, a los ojos del mundo, José es el jefe, mientras María y, sobre todo, Jesús se pierden en la sombra. «¡Verdaderamente, tú eres el Rey escondido, el Dios Salvador de Israel!» Me apropio estas palabras de Isaías. Las repetiré con el sacerdote en la misa. Verdaderamente, yo tengo que desaparecer para salvar al mundo. Jesús vive ya el Evangelio que para mí predicará: Si el grano de trigo no cae en la tierra, no muere, no produce fruto…
Y les estaba sujeto. Es decir, desaparecería en obediencia. Un niño, un joven más en el pueblo, sujeto a sus padres… a lo largo de treinta años. (…) Y Jesús obedecía, en todo, en todos, siempre. Y lo hacía con prontitud, alegría, diligencia y, sobre todo, con amor, pensando en mí.
Hijo del carpintero. Es decir, trabajaba. Tercera frase del Evangelio que nos repita María. Desaparecía trabajando. Es el artesano, el Hijo de María, dirán de Él los nazarenos años adelante. Y desaparece en el trabajo más humilde. No es el intelectual, el pensador, el filósofo, el artista… Es el obrero manual que encallece sus manos manejando los útiles del carpintero vulgar… A su imitación, María trabaja también. No está inmóvil metida en una hornacina. No es la graciosa hilandera en que se complacen los artistas. Es la madre de familia que, sin ayuda de nadie, se ocupa en las faenas domésticas. ¡Cómo desaparece en el trabajo en unión con José, salvando almas, mereciéndonos las gracias para eso que tanto nos cuesta: trabajar!
Leyendo estas palabras del P. Morales es fácil entrar en oración. No necesitamos nada más.
Y si nos distraemos en la oración recitemos muy despacio el Avemaría y pidamos ayuda a nuestra Madre que estará encantada de ponernos junto a Jesús.
¡Feliz Navidad!

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