23 diciembre 2018. Domingo IV de Adviento (Ciclo C) – Puntos de oración


“A Dios que concede el hablar y el escuchar le pido hablar de tal manera que el que escucha llegue a ser mejor y escuchar de tal manera que no caiga en la tristeza el que habla”
Resumen de estas lecturas de hoy: humildad y anuncio, humildad como puerta de entrada al encuentro con el Señor. La ciudad de Belén había sido una gran ciudad, la ciudad natal del gran Rey David, pero había quedado eclipsada por la ciudad santa: Jerusalén. Sin embargo, será Belén la elegida para que nazca Dios hecho hombre. Así yo, pequeñito y miserable, aunque haya hecho cosas alguna vez más o menos grandes, también estoy llamado a ser lugar donde Dios pueda nacer…  La humildísima Virgen María fue la madre del Salvador, no porque fuera “una crack”, sino precisamente por su humildad.
¿Y cuáles son las señales de ese anuncio, de esa presencia de Dios? La alegría y la bienaventuranza (es decir, la felicidad). Solo con la original y real presencia de Cristo, puedo alcanzar la verdadera alegría y felicidad. Lo sintió Juan desde el seno de Isabel y lo sintió Isabel. Lo sintió San Pablo que escribe la segunda lectura y lo sintieron los pastores que fueron a adorar al Niño Dios.
Y, ¿cómo ser humilde? Nos lo dice San Pablo: “He aquí que vengo para hacer tu Voluntad”. Hacer la Voluntad no Dios no mata nuestra libertad y felicidad, al contrario, es el camino que podemos escoger libremente y que nos lleva irremediablemente a la alegría y felicidad, porque es en la presencia de Dios como tenemos la vida plena; es la petición del salmo: “no nos alejaremos de Ti, danos vida”. Por esto Dios se hace hombre, para ser el “Dios-con-nosotros”.

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