31 diciembre 2018. Séptimo día de la Octava de Navidad – San Silvestre I – Puntos de oración


Último día del año 2018, un tiempo marcado por la celebración del Año Jubilar del Venerable Padre Morales, marcado también por el paso al cielo de Vicente Guillén… un año lleno de gracias de predilección de Jesús y la Virgen hacia cruzados, militantes y miembros todos del Movimiento de Santa María.
Por tanto, el primer momento de nuestro rato de oración tiene que ser un momento intenso de agradecimiento. A las gracias generales mencionadas antes (a las que cada grupo del Movimiento asociará otras muchas de su propia dinámica) hay que unir las gracias personales que cada uno hemos recibido… y conviene ponerlas en situación, en comparación con la multitud de personas cercanas y lejanas que han recibido menos que yo, y admirarse, agradecer y repetir confundido: ¿Por qué a mí tanto amor?
El segundo momento (si es que queda tiempo y el Señor nos conduce por aquí) es precisamente preguntar al Señor qué quiere que haga con los dones que me da constantemente. La vida es fugaz y nuestra responsabilidad es grande (porque hemos recibido mucho). ¿Qué quiere el Señor de mí, por qué me “cerca” con su gracia y sus atenciones? Pueden caber muchas respuestas de muy distinto orden y orientación (tantas como personas), pero hay un argumento que vale para todos y es muy importante: El Señor, a través de su Madre la Virgen, nos ha asociado de un modo singular a su obra redentora; dicho de otro modo, quiere salvar a muchas personas a través de nuestras vidas. ¡Tremendo misterio e impresionante misión! Me gusta pensar en este tiempo de Navidad que el niño Jesús extiende sus manos y quiere colgarse de mi cuello y reposar acogido por mis brazos.
Que a la vista de este designio de salvación que Jesús mismo ha querido compartir con nosotros, nos sintamos espoleados a responder con generosidad y valentía. Jesús quiere amar, amar infinita y tiernamente a cada persona, nuestra primera y fundamental tarea será dejarnos amar. Ante esta perspectiva, el fin de año se transforma en inicio de un camino de amistad, de compartir misión con Jesús y de ofrecerse con Él, en Él y como Él por todo el tiempo y la eternidad.

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