Último día del año 2018, un tiempo
marcado por la celebración del Año Jubilar del Venerable Padre Morales, marcado
también por el paso al cielo de Vicente Guillén… un año lleno de gracias de
predilección de Jesús y la Virgen hacia cruzados, militantes y miembros todos
del Movimiento de Santa María.
Por tanto, el primer momento de nuestro
rato de oración tiene que ser un momento intenso de agradecimiento. A las
gracias generales mencionadas antes (a las que cada grupo del Movimiento
asociará otras muchas de su propia dinámica) hay que unir las gracias
personales que cada uno hemos recibido… y conviene ponerlas en situación, en
comparación con la multitud de personas cercanas y lejanas que han recibido
menos que yo, y admirarse, agradecer y repetir confundido: ¿Por qué a mí tanto
amor?
El segundo momento (si es que queda
tiempo y el Señor nos conduce por aquí) es precisamente preguntar al Señor qué
quiere que haga con los dones que me da constantemente. La vida es fugaz y
nuestra responsabilidad es grande (porque hemos recibido mucho). ¿Qué quiere el
Señor de mí, por qué me “cerca” con su gracia y sus atenciones? Pueden caber
muchas respuestas de muy distinto orden y orientación (tantas como personas),
pero hay un argumento que vale para todos y es muy importante: El Señor, a
través de su Madre la Virgen, nos ha asociado de un modo singular a su obra
redentora; dicho de otro modo, quiere salvar a muchas personas a través de
nuestras vidas. ¡Tremendo misterio e impresionante misión! Me gusta pensar en
este tiempo de Navidad que el niño Jesús extiende sus manos y quiere colgarse
de mi cuello y reposar acogido por mis brazos.
Que a la vista de este designio de
salvación que Jesús mismo ha querido compartir con nosotros, nos sintamos
espoleados a responder con generosidad y valentía. Jesús quiere amar, amar
infinita y tiernamente a cada persona, nuestra primera y fundamental tarea será
dejarnos amar. Ante esta perspectiva, el fin de año se transforma en inicio de
un camino de amistad, de compartir misión con Jesús y de ofrecerse con Él, en
Él y como Él por todo el tiempo y la eternidad.