“Oh Rey de las naciones y Deseado de los
pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo, ¡ven
y salva al hombre que formaste del barro de la tierra!”
Esta antífona es la que corresponde a
este día 22 de diciembre; define a Cristo y expresa el anhelo de su venida.
María descubre su presencia y eleva su cántico de alabanza. María descubre las
preferencias de Dios en el mundo y canta a su acción misericordiosa según la
lógica de las bienaventuranzas.
En una de las catequesis del Papa
encontramos esta reflexión:
“San Ambrosio en su comentario al texto
del Magníficat dice: «Cada uno debe tener el alma de María para
proclamar la grandeza del Señor, cada uno debetener el espíritu de María
para alegrarse en Dios. Aunque, según la carne, sólo hay una madre de
Cristo, según la fe todas las almas engendran a Cristo, pues cada una
acoge en sí al Verbo de Dios... El alma de María proclama la grandeza del
Señor, y su espíritu se alegra en Dios, porque, consagrada con el alma y el
espíritu al Padre y al Hijo, adora con devoto afecto a un solo Dios, del que
todo proviene, y a un solo Señor, en virtud del cual existen todas las cosas»
(Esposizione del Vangelo secondo Luca, 2, 26-27: SAEMO, XI,
Milán-Roma 1978, p. 169).
En este estupendo comentario de san
Ambrosio sobre el Magníficat siempre me impresionan de modo especial
las sorprendentes palabras: «Aunque, según la carne, sólo hay una madre de
Cristo, según la fe todas las almas engendran a Cristo, pues cada una acoge en
sí al Verbo de Dios». Así el santo doctor, interpretando las palabras de la
Virgen misma, nos invita a hacer que el Señor encuentre una morada en nuestra
alma y en nuestra vida. No sólo debemos llevarlo en nuestro corazón;
también debemos llevarlo al mundo, de forma que también nosotros
podamos engendrar a Cristo para nuestros tiempos. Pidamos al Señor que nos
ayude a alabarlo con el espíritu y el alma de María, y a llevar de
nuevo a Cristo a nuestro mundo.”
Dar cabida a Cristo en nuestra vida y
colaborar también a que sea realidad en las de muchos.
La oración pausada de este canto de
María nos puede ayudar a descubrir el hacer de Dios y a entrar en su dinámica
de vida.