14 diciembre 2018. Viernes de la II semana de Adviento – San Juan de la Cruz – Puntos de oración


San Juan de la Cruz es nuestro amigo, nuestro poeta, quien sabe cantar lo que a nosotros nos gustaría cantar.  Todos querríamos ser Juan de la Cruz para describir y alabar nuestro amor con el Señor, con el Esposo.
El Señor, en el evangelio, echa en cara a los fariseos que no saben ni bailar ni llorar. Nosotros sí queremos aprender. Tendremos que quitarnos muchos prejuicios, pero merece la pena. Creemos que bailar, cantar, hacer poesías, pintar o esculpir -lo que llamados arte-, es un poco pérdida de tiempo. Que solo vale para unirse a Dios mediante la meditación teológica y cartesiana que acaba en razonamientos, tesis o conclusiones. Pero nuestro hermano Juan nos dice con su vida y con su obra, que no es así. Él puso su creatividad al servicio del amor de Dios y gracias a él nos atrevemos a decir al Señor, “Esposo mío”; nos atrevemos a gustar con el esposo el mosto de granadas; perdemos la vergüenza de llegar al tálamo nupcial; nos conformamos e, incluso, nos alegramos de pasar por una noche oscura, eso sí, con ansias en amores inflamada; nos animamos a contar que deseamos ver en los semblantes plateados de una fuente el rostro del Amado…
¡Qué no nos atreveremos a decir si a este pequeño fraile del s. XVI se le ocurrieron estas cosas maravillosas del amor de Dios y de su criatura! A su dominio técnico y estético se une su profundidad espiritual. Por eso suena tan bonito el Cántico Espiritual y por eso nos lleva a tan abundantes y profundas contemplaciones amorosas.
Día para rezar a lo san Juan de la Cruz, a puro corazón, a pura mística, a pura creatividad enamorada:
Llegó Dios en una Navidad de hace dos mil años y pasando por el mundo lo dejó todo impregnado de su belleza. Ahora en Adviento nos preparamos para recibirle.
Mil gracias derramando,
pasó por estos sotos con presura,
y yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de hermosura.
Y una vez que venga estemos atentos para no perderlo y subámonos con él a donde él quiera. Allí estaremos bien.
Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos,
que están bien escondidas,
y allí nos entraremos,
y el mosto de granadas gustaremos.

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