6 diciembre 2018. Jueves de la I semana de Adviento – San Nicolás – Puntos de oración


Nos ponemos en presencia del Señor. No vengo a pensar en Dios, sino a encontrarme Contigo. 
Pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad.
Hoy, 6 de diciembre, celebramos en España el día de la Constitución española. Nos alegramos todos por vivir en una sociedad, en un país en el que reina el derecho, la justicia y la equidad. Es uno de los pocos logros comunes compartidos por todos. Es mejor descubrir lo que compartimos, en vez de permanecer en lo que nos divide.
Al mismo tiempo, y aun gozándonos por vivir en un país como el nuestro, nos avergonzamos al descubrir que donde tendría que haber derecho, en ocasiones encontramos corrupción que, en lugar de justicia, encontramos desigualdad… Así es el corazón del hombre: casi angelical, y en ocasiones casi animal. 
Social y personalmente nos descubrimos, como describe la primera lectura, en una ciudad fuerte, amurallada y justa, y al mismo tiempo nos damos cuenta de que cuando esa ciudad está levantada sobre pilares simplemente humanos, se resquebrajan por donde menos lo esperamos. Señor, sólo Tú eres Roca firme sobre la que sustentar la propia vida. 
Es necesario experimentar la ruina de la propia vida, o al menos la propia fragilidad, para poder exclamar: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su Misericordia. ¿Dónde amenaza ruinas, experimento fragilidad en mí mismo, en mis relaciones, en mi proyecto de vida? Hoy es un bonito día, el de la Constitución, para dar gracias por lo humanamente obtenido, pero levantando el corazón y cogiendo perspectiva: sólo Dios puede sostener la propia vida. 
El Evangelio nos invita a clamar a Dios con sinceridad, de corazón. 
Y clamar, rezar de corazón, siempre va de la mano de vivir en coherencia: obras son amores, y no buenas razones. Este Adviento es un momento propicio para hacer espacio interior, y esperar la venida del Salvador. Hoy necesito un Salvador, lo necesita mi hijo, y mi hermana, y mi jefe, y…
La Salvación, se cuela por cualquier rendija de nuestro orgullo y autosuficiencia que se abre por la humildad. Pidamos la gracia de ser alcanzados por el Salvador que viene a los suyos, no a los que dicen Señor, Señor, sino a los que cumplen la Voluntad de Dios.
Termino con un coloquio con nuestra Madre, la discípula humilde y confiada, que sintió palpitar el Corazoncito del Señor en sus entrañas. Madre, que me deje mirar por Él, que conozca su Amor para conmigo.

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