¡Por fin, llegó el Señor! Fuera los
pregoneros, los anuncios, los avisos, los intermediarios, ¡Chis! Silencio,
dejadme solo, en vivo y en directo, mi Niño, mi Dios pobre y humillado, mi
Manuelito, lloriqueando, embobado con María, pendiente de José…y sin dejar de
mirarlos yo me voy adaptando para verle, contemplarlos,… hasta que, por fin, se
fija en mí. ¡Mirada tierna, misericordiosa, suplicante, pobre, sencilla,
humilde, es un bebé, inocente y desvalido, puro, limpio, lleno de amor,
antídoto de la corrupción, transparencia, luz, fuego, amor, coherencia! Y si te
queda tiempo y no te basta con dejarte mirar por la Palabra viva, paladea los
sabrosos textos de la Escritura:
1. “El pueblo que caminaba en
las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el
país de la oscuridad ha brillado una luz. Tú has multiplicado la alegría, has
acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia…Porque un niño nos ha
nacido, un hijo nos ha sido dado … y se le da por nombre: "Consejero
maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz". Su soberanía
será grande, y habrá una paz sin fin (Si 9, 1-6)
2. Y canta con el salmo 96: “Cantad
al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; cantad al
Señor, bendecid su Nombre… Alégrese el cielo y exulte la tierra, resuene el mar
y todo lo que hay en él; regocíjese el campo con todos sus frutos, griten de
gozo los árboles del bosque. Griten de gozo delante del Señor, porque él viene
a gobernar la tierra: Él gobernará al mundo con justicia, y a los pueblos con
su verdad”.
3. Con San Pablo (Tito,2): La
gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha
manifestado. Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos
mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad,
mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de
nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús. Él se entregó por nosotros, a fin
de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido
y lleno de celo en la práctica del bien.
4. “Mientras se encontraban en
Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo
primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había
lugar para ellos en el albergue. En esa región acampaban unos pastores, que
vigilaban por turno sus rebaños durante la noche… El Ángel les dijo: "No
temáis, porque os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el
pueblo: Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es el Mesías,
el Señor. Y esto os servirá de señal: encontrareis a un niño recién nacido
envuelto en pañales y acostado en un pesebre". Y junto con el Ángel,
apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios,
diciendo: "¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los
hombres amados por él!” (Lc 2,1)
En el año 1, en Belén, a María –gracias
a Jesús- “le llegó el tiempo de ser madre”. En el 2018, te llega el tiempo de
ser hijo, gracias a TAL MADRE. Y lo proclaman los pastores, y el mundo se
estremece por el primer villancico de la historia, ¡gloria a Dios en el cielo y
en la tierra paz!
Y mi pensamiento corre veloz a lo largo
de este año de gracia y misericordia. El del año jubilar del p. Morales, el de
la visita del Papa Francisco al Perú alentándonos a vivir UNIDOS EN LA
ESPERANZA; el de la muerte de mi padre, la de Vicente, varios familiares y
amigos… Sí, como nos recordaba el P. Morales, la muerte es la Navidad eterna,
silencio, paz, encuentro. ¡Santa y feliz Navidad!