Todos los días del año son buenos para
pedir por nuestros seres queridos que han partido a la Eternidad…, pero la
Iglesia, que es madre y maestra, dedica un día exclusivamente a ellos, que es
el día de hoy, Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos... Por lo tanto, hoy
todos tenemos la sagrada obligación de pedir y encomendar a todos aquellos que
ya partieron de este mundo…
Es de fe que lo que ahora hagamos por
ellos, Dios lo aplicó en su momento en la hora de su muerte, y que todavía
podemos seguir haciendo mucho por ellos, pues nosotros nos movemos en
coordenadas espacio-temporales… ¡Ojala que nos entusiasmemos con la idea de ayudarlos...,
de seguir ayudándoles...!
A los fieles difuntos los podemos ayudar
por medio de la oración y de la penitencia, dos realidades, sobre todo la
segunda, que hoy no están en primera página de nuestro vivir cotidiano…
Cuando se ha amado a una persona y está
partió a la eternidad, nos queda un recuerdo indeleble, sobre todo si esa
persona nos ha amado o la hemos podido amar. El amor transciende el tiempo y el
espacio y nos pone en contacto con nuestros seres queridos… Si además avivamos
la fe y la ponemos en obra, bien podemos alcanzar gracias para ellos, y que
ellos ya no puedes alcanzar… Por lo tanto, seamos generosos en la oración de
este día…
¡Señor sé que siempre me escuchas, y que
ninguno de mis pensamientos escapa a tu conocimiento! Te pido de un modo
particular, por todos aquellos que tuve la oportunidad de conocer en esta vida
y que partieron a la eternidad. Ten misericordia de sus almas y alcánzales la
salvación eterna.
Hoy el evangelio nos hablaba de que en
la casa del Padre hay muchas moradas, que allí se nos prepara lugar, y que
donde esta Dios también debemos de estar nosotros…
No son pocos los que, durante su vida,
todo lo que hacían, estaba en función de este encuentro con Dios, más allá del
tiempo y del espacio…, pero también hay otro buen número de personas que viven
desentendidos de esta última realidad…
Avivemos nuestra Fe, retomemos la
Esperanza, vivamos la Caridad, para que siempre podamos dar testimonio en
nuestra vida, de que existe otra más allá de esta, que nos espera y nos
recibirá…
Madre del Amor Hermoso, aviva nuestra
fe, para que sea un testimonio, para quienes nos tratan o conviven con
nosotros. ¡Necesitamos testigos vivientes de lo eterno, en medio de un mundo
que va dejando de creer en Dios, pero que lo necesita más que nunca…!