15 noviembre 2019. Viernes de la XXXII semana del T. Ordinario – San Alberto Magno – Puntos de oración


La liturgia de estos días nos remite continuamente a estar preparados para para la venida del Señor, para la llegada de su Reino. Pero esta preparación debe ser diaria y continua, porque en todo momento el Señor puede llegar y de hecho llega. No está mal que todos estos días se nos recuerde. El libro de la Sabiduría, en clara alusión al Señor nos dice que siempre está la Sabiduría esperando en el portal de la puerta a que salgamos. En la lectura de hoy nos indica que le podemos descubrir o se nos hace presente de muchas maneras en la naturaleza, en los hombres y en las circunstancias de la vida. El tiempo de Dios ya ha llegado y con Él su Reino. Sólo hace falta que estemos atentos para descubrirle. Yo diría más su presencia es real en nosotros, en nosotros habita por la vida de la gracia, sólo hay que estar atentos a dejarle comunicarse. Qué alegría deberíamos tener en la oración Él presente en el Sagrario y en nosotros. Hoy comentando en una tutoría distintos aspectos de la realidad en China, le he preguntado a un chico chino como se vivía la religiosidad en China, y ha comentado que no sabía, que su familia no era religiosa. Me ha causado una gran tristeza. No conocer a Jesucristo, no ser consciente de su amor por nosotros, no tener un sentido transcendente de vida, que queréis que os cuente, y nosotros viviendo en la superficialidad y la queja. Podemos pasar la vida como indica el evangelio, comiendo, bebiendo, enfrascados en las faenas mundanas. Sin ser consciente de que Dios llega en todo momento, de que comparte todo con nosotros, de que vive en mí. Qué más podemos desear, qué más podemos pedir, que la ilusión de hoy sea vivir continuamente cerca de Él en su presencia, más aún, manifestando y haciendo realidad a través de nuestras vidas de su presencia. Qué salgamos transfigurados de la oración.
Por último, si a alguien le ayuda el evangelio nos invita a dar la vida, a servir, a no quedarse con nada. Imaginarnos a Jesús después de una noche oración, después de estar en contacto con el Padre y de ser consciente de su misión, de entregarse y dar la vida por los hombres. ¿Cómo salgo yo después de la oración? ¿Qué me ha pedido el Señor? ¿Qué voy a hacer por Él?

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