Penúltimo domingo del año litúrgico, el
siguiente será el domingo de Cristo Rey del universo. Desde comienzos de mes se
nos insiste en la necesidad de la oración y la vigilancia para salvar nuestras
almas. Hoy se nos advierte de que nuestra fe será puesta a prueba pero
tendremos el auxilio del Espíritu Santo. Por nuestra perseverancia salvaremos
nuestras almas.
Pablo se nos propone como modelo de
cristiano ante la expectativa escatológica. Como buen judío reconoce el valor
del trabajo, y en este caso manual, para realizar la misión que Jesús le ha
encomendado. La espera del Señor no se realiza en el ocio sino en la
edificación del mundo presente. Este es la respuesta de Pablo a la llegada del
día del Señor.
Pidamos al Señor la gracia de este
equilibrio entre los valores temporales y los eternos para aportar a este mundo
un claro anuncio del evangelio. La solemnidad de Cristo Rey del universo pone
de relieve este equilibrio y exige a toda la Iglesia esta aportación a nuestro
tiempo.