Comenzamos poniéndonos en presencia del
Señor y Nuestra Madre y pidiendo que todas nuestras intenciones y operaciones
sean puramente ordenadas para la gloria, servicio y alabanza de Nuestro Señor.
Os propongo considerar el evangelio de
hoy, en que San Lucas narra lo que Jesús dijo a un fariseo que le había
invitado. Cuando des un banquete, invita a pobres…, dichoso tú…
El señor dice que dichosos serán los que
compartan su pan con el hambriento. Y cuando habla del pan; no solo debemos
considerar el pan material; que está bien preocuparse por los pobres y debe ser
siempre la preocupación de la Iglesia y de todos los que la conformamos. Sino
que también son dichosos los que comparten su tiempo, su amistad, afecto a
tantos hombres con los que conviven en el estudio, trabajo, por las calles; y
que también están necesitados de un amor verdadero.
El amor limpio es raro. Y, sin embargo,
¡cuánto agradecemos todos que nos traten desinteresadamente! El Señor quiere
que purifiquemos nuestras intenciones. En este mundo muchas veces el amor no es
puro, sino que suele incluir el interés y beneficios propios; por eso el Señor
propone compartir tus talentos con los que más lo necesitan y no pueden
pagarte: te pagarán cuando resuciten los justos.
El tener misericordia unos de otros; nos
lo recuerda San Pablo: “Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para
tener misericordia de todos.” Puesto que todos hemos alcanzado la
misericordia y el perdón de Nuestro Señor Jesucristo como lo recuerda el salmo:
Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu salvación me levante...
Este ser “misericordiados” en palabras
del Papa Francisco en su viaje a Perú y Chile: “este ser tratados con
misericordia se vive en una doble dimensión: Ad intra, y ad extra, en cuanto
que al ser misericordiados estamos llamados a tratar con esa misma misericordia
a los demás.
Podríamos concluir con un coloquio con
la Virgen mirándola a Ella que la Madre de Misericordia por excelencia y rezar
muy despacito saboreando aquellas palabras: “Dios te salve, reina y Madre.
Madre de Misericordia…esperanza nuestra” ¡Que seamos misericordiosos con los
demás, aunque no puedan pagar nuestras riquezas, tiempo, dedicación, afecto…!