Mañana santa
Cecilia, patrona de los músicos, recordamos a tantos como son los que
participan en conciertos y musicales evangelizadores y de manera especial a
Miguel que sigue abriéndose camino profesionalmente. Damos gracias a Dios y a
santa Cecilia que interceda en la misión.
No estaría mal
comenzar la oración cantando algo como la invocación al Espíritu Santo para que
nos guíe. Seguro que arrancaremos con fuerza para que todas nuestras
intenciones, acciones y operaciones sean encaminadas en servicio y alabanza de
su infinita Majestad.
Nos podemos
quedar pendientes de Él escuchándole, enseñando en el templo como nos lo dice
el Evangelio de hoy. Así entramos en su escuela, escuela de la escucha porque
el que escucha adquiere sabiduría. Si nos diéramos cuenta de esto, las ventajas
que tiene para la vida, espiritual y ordinaria en todos los campos. De cuantas
cosas nos libraríamos. Es la “escuela de María”, Ella conservaba todas estas
cosas en su corazón y las ponderaba en su interior. Eso es la oración, escuchar
lo que nos quiere decir el Señor, lo que nos quiere decir su Madre, y recibirlo
en el corazón, con corazón.
“Todos los
días enseñaba en el templo”. Todos los días si entramos en su escuela, en la de
su “Cultura”, que es silencio, aprendemos a amar porque su amor se transmite a
los que se callan, le miran, se dejan mirar; porque, ¿qué es el mirar de Dios,
sino amar como dice san Juan de la Cruz? “El mirar de Dios es amar y hacer
mercedes” según la máxima de san Juan (C.E. can.19,6).
Si todo el
pueblo estaba pendiente de Él, le tenía que mirar y ellos a Él, o sea tú a Él,
hoy en la oración se reproduce para ti lo mismo que ocurrió para ellos y puedes
decir con Juan de la Cruz:
“Cuando tú me
mirabas,
Su gracia en mí tus ojos imprimía;
Por eso me adamaba y en eso merecían
Los míos adorar lo que en ti veían.
Su gracia en mí tus ojos imprimía;
Por eso me adamaba y en eso merecían
Los míos adorar lo que en ti veían.
Subamos por
este camino que: “Para venir a poseerlo todo, /no quieras poseer algo en nada.
Para venir a serlo todo, / no quieras ser algo en nada. Para venir del todo al
Todo, has de dejarte del todo en todo” (Subida al Monte Carmelo,1,13) pues
donde está tu corazón, está tu tesoro.
No puedo
acabar estos puntos sin hacer referencia a una estrofa de la canción” ¡Oh, mi
Señor! “de Abe en estos que está y estamos viviendo muy cerquita de él:
¡Oh, mi Señor!
En esta vida,
solo me falta,
Ver tu rostro
divino.
Haz que cuando
muera, LLEGUE HASTA TI.