Hoy, 22 de noviembre, a las 18 horas, a
los 89 años de edad, se ha encontrado con el Padre. Una insuficiencia pulmonar
complicó su ya debilitada existencia.
Abelardo de Armas nació en Madrid en 1930.
Las dificultades de la posguerra le obligaron a enfrentarse con la vida en
plena adolescencia, lo que le hizo madurar prematuramente.
A los veintiún años hizo una tanda de
ejercicios espirituales con el P. Tomás Morales S.I. y su vida experimentó un
giro copernicano: de vivir para sí, puso su vida al servicio de los demás:
campamentos de formación juvenil, conferencias a jóvenes trabajadores, clases
de orientación profesional y moral a los botones de entidades bancarias. Más de
doscientas tandas de ejercicios espirituales internos para jóvenes y adultos, y
un largo etc., fueron manifestaciones de la conversión que experimentó en sus
primeros ejercicios espirituales.
Auténtico líder natural por las
numerosas cualidades innatas que tenía: sentido del humor, gran memoria,
prodigiosa voz para el canto, grandes dotes de orador; fundamentó su fuerte
espiritualidad en lo que él llamaba la mística de las miserias: subir
bajando, las manos vacías.
Pidió para sí ─y para la institución─
la gracia de la infancia espiritual, el vivir y morir pobre y sin méritos, y
parece que se le concedió lo que pedía porque, en sus últimos años, el
Alzheimer le fue reduciendo a la dependencia total como al más pequeño de los
niños.
Marcaron época aquellas intervenciones
suyas en las Vigilias de la Inmaculada, enardeciendo a los asistentes con sus
vibrantes charlas en defensa de los valores humanos y espirituales, y en el
cálido, confiado y audaz amor a la Inmaculada.
Aquella tanda de ejercicios a sus veintiún
años le unió de por vida con el P. Tomás Morales, hoy Venerable. Desde su
conversión, decidió consagrar su vida totalmente a Dios dentro del mundo,
uniendo, así, su destino al del P. Morales en la creación del Instituto Secular
CRUZADOS DE SANTA MARÍA, del que fue primer director general durante casi
cuarenta años.
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Abelardo de Armas Añón |