Seguro que más de uno de los que leáis
estos puntos de oración estabais el 4 de mayo de 2003 en la Plaza de Colón asistiendo
a la Misa de canonización de cinco santos españoles, oficiada por el Papa santo
Juan Pablo II. Hoy se celebra a uno de esos cinco santos, san Pedro Poveda,
presbítero y mártir, canonizado ese día junto al jesuita José María Rubio
y a las religiosas Genoveva Torres, Ángela de la Cruz y María Maravillas de
Jesús. Pero hoy no se celebra su memoria en solitario pues le acompañan la
memoria de un grupo innumerable, en torno a dos mil beatos y santos de todas
las vocaciones eclesiales: obispos, sacerdotes, religiosas y laicos, hombres y
mujeres, que fueron objeto de persecución religiosa en España en el siglo XX.
En la monición de la liturgia de este día, se nos dice que “la Iglesia española
ha vuelto a ser Iglesia de mártires” y que estos santos son “modélicos
confesores de la fe en Cristo, que aceptaron su muerte para la salvación del
mundo” y que como “intercesores principales en el Cuerpo místico de Cristo nos
ayudan ele nuestro valiente seguimiento del Señor Jesús”.
Vemos en san Pedro Poveda y en estos
hermanos mártires españoles cómo vivieron la palabra del evangelio que hoy
escuchamos: “Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su
mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no
puede ser discípulo mío. Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no
puede ser discípulo mío”. Ellos pusieron a Cristo en el centro de sus vidas y
no se prefirieron a sí mismos antes que al Señor. Cuando fueron a buscar a
Pedro Poveda en Madrid, en la mañana del 28 de julio del año 1936, él no ocultó
su identidad, sino que pronunció estas palabras: “Soy sacerdote de Cristo” y
enseguida fue conducido al martirio.
¿Cómo orar en este día a la luz de la
Palabra de Dios, hecha vida en el testimonio de esta muchedumbre de mártires
tan cercanos en el tiempo y en el espacio?
- Pidamos su intercesión por nosotros,
para que sepamos imitarles en ser testigos alegres y valientes de la fe; y
también pedimos su intercesión por España, para que se mantenga fiel a Cristo
hasta el final de los tiempos, como se pide en el día de su santo patrón, el
apóstol Santiago.
- Imitemos su ejemplo con la ayuda de la
gracia de Dios, poniendo en este día a Cristo por delante de nuestros caprichos
y comodidades, buscando sinceramente su voluntad y su mayor gloria en el
cumplimiento de nuestros deberes.
- Puesto que estos mártires oraron por
sus perseguidores y les perdonaron como hizo el Señor en la cruz, pidamos por
los perseguidores de la Iglesia y mostremos una caridad especial hacia los que
no piensan como nosotros, cumpliendo así el consejo de san Pablo, comentando el
mandamiento del amor al prójimo: “El amor no hace mal a su prójimo; por eso la
plenitud de la ley es el amor”.
Por último, la letra de una canción de
Abelardo nos ayudará a unirnos a él en este día y a pedir por él, recordando
cómo ha querido vivir y morir, haciendo vida el evangelio de hoy:
Oh, mi Señor!
En este mundo, yo jamás tuve nada,
pero estoy contento, estoy contento
¡Oh, mi Señor!
En este mundo, yo jamás tuve nada,
pero estoy contento, estoy contento
¡Oh, mi Señor!
En esta vida, yo no quiero riqueza,
quiero por la pobreza, seguirte a ti.
¡Oh, mi Señor!
quiero por la pobreza, seguirte a ti.
¡Oh, mi Señor!
Gracias eternas: Tú me has dado la vida.
Gracias por todo aquello que has hecho por mí.
¡Oh, mi Señor!
Gracias por todo aquello que has hecho por mí.
¡Oh, mi Señor!
Solo me falta ver tu rostro divino,
haz que cuando muera, llegue hasta ti,
haz que cuando muera, llegue hasta ti.
haz que cuando muera, llegue hasta ti,
haz que cuando muera, llegue hasta ti.