“A Dios que concede el hablar y el
escuchar le pido hablar de tal manera que el que escucha llegue a ser mejor y
escuchar de tal manera que no caiga en la tristeza el que habla”
¿Qué quiere que haga por ti? Que me des
vida, Señor. La fe es la verdadera vida. La que nos lleva a resistir y
“preferir la muerte la muerte” antes que “no observar los decretos” de Dios.
Tantas veces vemos pasar al Señor por
nuestra vida y en vez de gritarle “Ten compasión de mí” nos dedicamos a
lamernos las heridas, a regocijarnos en nuestra acostumbrada ceguera. Es
curioso, porque ante la pregunta del Señor, el ciego le responde “que vea, otra
vez”. Otra vez. La fe se debilita, nuestro amor se empaña y el “mal que no
quiero, lo hago” y ahí está Jesús, que pasa por nuestro lado: “Señor, que viva,
otra vez”. Ahí la clave, en el “otra vez”. En eso se basa la misericordia del
Señor, en el “otra vez”.
Y, ¿Por qué dame vida para que cumpla
tus preceptos? Porque el precepto último del hombre es vivir el principio y
fundamento de los Ejercicios “el hombre es creado para alabar, bendecir y dar
gloria a Dios” y como diría San Ireneo: “la gloria de Dios es que el hombre
viva y vida del hombre es la visión de Dios” … ¡la única forma de ser fieles es
ver a Dios! Pedir a Dios que dé la visión de la fe, para verle, para vivir,
para dar gloria a Dios.
Que Dios nos lo alcance. Feliz oración.