Las lecturas de hoy nos iluminan con
distintos ejemplos de cómo podemos vivir nuestra vida:
La primera lectura nos relata una vida
de fe perseverante hasta dar la vida como señal de amor a Dios. Este pasaje nos
enseña la importancia de aquellos que Dios pone en nuestra vida para darnos
ánimo y acompañarnos en los momentos más difíciles.
El Evangelio, por otro lado, nos
presenta un modo distinto de entregar la vida por Dios: poner los talentos que
Él nos ha dado, a su servicio. Amar a Dios y a nuestros hermanos es poner
nuestros talentos (muchos o pocos) al servicio del Rey Eternal.
Poner nuestros talentos en actitud de
servicio es poner a Dios (de quién proceden todos nuestros talentos) en nuestra
vida y en la vida de quién nos rodea, multiplicando así su efecto, despertando
nuevos talentos en otras personas.
Sintámonos afortunados de ser llamados
por Cristo a poner nuestros talentos a su servicio. Que el amor a Dios nos
lleve vivir con coherencia y humildad; reconociendo nuestras debilidades,
ofreciendo nuestras ganas de ser santos y pidiendo ser fieles en el servicio a
Dios y a nuestros hermanos.