25 noviembre 2019. Lunes de la XXXIV semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


El 22 de noviembre pasado el Señor se ha llevado a Abelardo.
La oración de hoy es un homenaje a él. Os propongo una de sus canciones, una imagen y un poco de fantasía.
Él quiso dejarnos hace tiempo, y en forma de canción, una despedida anticipada, que se ha cumplido fielmente. Es un pequeño compendio de su mensaje de santidad, que se puede resumir en dos extremos que Abelardo cantó con maestría: misericordia infinita de Dios, y manos vacías del hombre.
Aquí tenéis el enlace para poder escuchar la canción:
https://www.cruzadosdesantamaria.es/cruzados-de-santa-maria/abelardo-de-armas-co-fundador/facetas-de-abelardo/abelardo-despedida/
ADIÓS, YA ME VOY (Abelardo de Armas)
Adiós, ya me voy,
en el cielo os espero.
Después de todo
nada tengo en mis manos,
muero de amor.
Dios me llama, estoy dispuesto.
Acójame tu ternura, Buen Pastor.
Allí verán
mis ojos tu semblante,
y tu sonrisa
se hará cadencia y canto,
yo ya me voy.
Algún día a todos juntos
acójanos tu regazo, Buen Pastor.

Y la imagen son sus manos vacías. Las manos con que se despidió de este mundo la otra tarde. Así le contemplamos por última vez. Manos vacías, pero con un Crucifijo y un Rosario, el Señor y su Madre, sus dos grandes amores.
Cumplía así lo que escribió al final de otra de sus canciones, que tantas veces hemos escuchado, “Dios de mis manos vacías”:
Pues en mis manos vacías
puse tu propio dolor,
mis miserias y mi nada,
y Tú pusiste tus llagas.
Manos así transformadas
colman todo de Tu amor;
ya no las tengo vacías
las ha llenado mi Dios.
Y termino con un poco de fantasía e imaginación.
No sé vosotros, pero yo me he imaginado la entrada de Abelardo en el cielo. A todos los Cruzados, Militantes y miembros del Movimiento de Santa María nos espera nuestra Madre, ella es la que ha hecho el milagro de nuestra vocación. Pero el verdadero encuentro será con el Señor. Me imagino el abrazo prolongado y luego el Señor le dirá: ven Abelardo, cántame esa canción… o quizás le dirá: recítame esa poesía que me encanta, la de “un gitano ante el portal de Belén” … Y así se pasarán una eternidad.
Pidamos a nuestra Madre que, igual que lo hizo con Abelardo, nos haga entrar por estos caminos de santidad: el amor misericordioso de Dios y la humildad de nuestras manos vacías.

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