“Si a uno se le muere su hermano”
... La muerte resulta algo extraño y distante hasta que se nos muere un
hermano, un ser querido. Entonces, podemos dejarnos envolver por la tristeza y
angustia y podemos llegar a una crisis de fe. Se pueden derrumbar nuestras
convicciones zarandeadas por el mal espíritu que aprovecha estos momentos para
dudar de todo y lo que es más peligroso, nos olvidemos seriamente del Principio
y Fundamento de san Ignacio de Loyola, y nos repite continuamente en los Ejercicios
Espirituales: “El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a
Dios Nuestro Señor y, mediante esto salvar su alma…”
Por tanto, tú y yo como criaturas hemos
sido creados por Dios Padre. Tú y yo somos hijos de tan buen Padre. Nos ha
creado con la única finalidad, la de salvarnos. Pidamos al Señor nos aumente la
fe en la vida eterna, en la completa resurrección de los muertos.
El Papa Francisco nos recuerda en su
última exhortación, “JESUS VIVE”
“Si Él vive, entonces sí podrá estar
presente en tu vida, en cada momento, para llenarlo de luz. Así no habrá nunca
más soledad ni abandono. Aunque todos se vayan Él estará, tal como lo prometió:
“Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt
28,20)
Santa María del Adviento, prepáranos
para encontrarnos con Jesús.