Modo avión on. Hoy, el libro de la sabiduría nos habla del silencio.
Empecemos por ahí. Quedémonos en silencio para que Dios pueda hablarnos. Quizá
es la última lección que nos da Abelardo. Ya solo le queda el silencio en que
Dios manifiesta que toda nuestra grandeza reside en estar en sus manos de
Padre.
La escritura nos dice que es en el silencio donde se manifiesta
singularmente la presencia de Dios. Aprovechemos este silencio para recordar
las maravillas que Dios ha ido haciendo en nuestra vida. Cuántas cosas han
ocurrido en tantos silencios aparentemente vacíos en los que Dios ha irrumpido
abrasándonos con su amor. Dejemos hoy que su presencian silenciosa nos inunde.
Procuremos que en nuestra vida existan esos espacios de silencio que son espacios
de Dios en todo lo que hacemos. Pidamos a la Virgen ser capaces de vivir así.
Si queremos alcanzar la gracia de ser personas de silencio capaces de
escuchar a Dios debemos orar como Jesús nos enseña en el evangelio. Una y otra
vez. Insistiendo. No con hastío, sino con fe. No con desgana sino con
esperanza, porque si Dios ha hecho maravillas en nuestra vida, quiere seguir
haciéndolas. Pero ¿encontrará la fe necesaria en nosotros?