19 noviembre 2019. Martes de la XXXIII semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


1. De este modo, Eleazar dejó al morir, no sólo a los jóvenes, sino a la nación entera, su propia muerte como ejemplo de generosidad y como recuerdo de virtud (2 Mac, 6, 31).
Del dicho al hecho, ningún trecho, coherencia. Fuera disimulos, fingimientos, disfraces, acomodos, todo vale, más o menos. Eleazar es todo una pieza, sin fisuras…Valiente. Me recuerda al mártir vizcaíno Valentín de Berriochoa, que cuando se fue como novicio dominico a Ocaña dijo a sus paisanos: “Me voy a ser santo para que Vizcaya tenga uno, y fue misionero en Vietnam, mártir, santo”.
Eleazar vivió lo suyo, Valentín lo propio, y ahora nos toca a ti y a mí. Los militantes aprendimos del P. Morales medio en broma –cantando- medio en serio –cultivando el pequeño detalle de nuestro estilo de vida campamental- “¡qué más gloria que ser mártir, a mayor gloria de Dios!”.  Es lo que toca en esta hora de afirmaciones, más, más y más.
2. “Pero Tú eres mi escudo protector y mi gloria, tú mantienes erguida mi cabeza. Invoco al Señor en alta voz y él me responde desde su santa Montaña” (Salmo 3).
Como el niño en medio del mar, en medio del sunami, con el barco a la deriva; todos nerviosos, todos preocupados, él sereno, con paz: “Mi padre maneja el timón”.
Que el mundo grita, que el mal avanza, que los enemigos nos acosan, ¡Dios es mi Padre, qué feliz soy! Él lo sabe todo, lo puede todo y me ama ¡como nadie!
3.  "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa". Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría”. (Lc 19, 1)
“Soy más amigo del viento, Señora, que de la brisa, el bien hay que hacerlo APRISA, que el mal no pierde momento”. Bien por el “divino impaciente”, Javier, y Jesús no son “lentejas” sino –como quiere san Ignacio- “prestos y diligentes” para el bien. Y, por si nos queda duda, el Evangelio de hoy lo indica dos veces en una línea: “baja PRONTO”, “bajó RÁPIDAMENTE”.
¡Qué encuentro tan entrañable el de la oración! Acoger a Jesús, saberse inhabitado por Él.
Ayer, un joven que acaba de confirmarse, a pesar de que no tenía tiempo, en medio del campus universitario, vio que un alumno tropezó y se le volaron los papeles, lo primero que pensó es “qué haría Jesús si estuviese en mi lugar” y le ayudó a recoger todo.
Zaqueo nos da ejemplo de conversión, amistad, generosidad concreta, alegría. Nos recuerda al Magníficat de María en plena campaña de la Inmaculada. ¡Todo por Ella!
Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897) – Carmelita descalza, doctora de la Iglesia – Carta 137
"Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa"
Celina, ¡qué gran misterio es nuestra grandeza en Jesús! Ya ves todo lo que Jesús nos ha enseñado al hacernos subir al árbol simbólico del que te hablaba hace poco. Y ahora ¿qué ciencia va a enseñarnos? ¿No nos lo ha enseñado ya todo...? Escuchemos lo que él nos dice: «Bajad enseguida, porque hoy tengo que alojarme en vuestra casa». ¿Pero cómo...? Jesús nos dice que bajemos... ¿Adónde tenemos que bajar? Celina, tú lo sabes mejor que yo; sin embargo, déjame que te diga hasta dónde debemos ahora seguir a Jesús. Una vez, los judíos le preguntaron a nuestro divino Salvador: «Maestro, ¿dónde vives?», y él les respondió: «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros del cielo nidos, yo no tengo donde reclinar la cabeza» (Jn 1,38; Mt 8,20). He ahí hasta dónde tenemos que bajar nosotras para poder servir de morada a Jesús: hacernos tan pobres, que no tengamos donde reposar la cabeza. Ya ves, querida Celina, lo que Jesús ha obrado en mi alma durante estos ejercicios... Ya entiendes que se trata del interior. (…) Lo que Jesús desea es que lo recibamos en nuestros corazones. Estos, qué duda cabe, están ya vacíos de criaturas, pero yo siento que lamentablemente el mío no está totalmente vacío de mí misma, y por eso Jesús me manda bajar... Él, el Rey de reyes, se humilló de tal suerte, que su rostro estaba escondido y nadie lo reconocía... Pues yo también quiero esconder mi rostro, quiero que sólo mi amado pueda verlo, que sólo él pueda contar mis lágrimas..., que al menos en mi corazón sí que pueda reposar su cabeza querida y sentir que allí sí es conocido y comprendido...

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