13 mayo 2020. Miércoles de la V semana de Pascua – Bienaventurada Virgen María de Fátima – Puntos de oración


Ave, María. “Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador”. Ave, María. ¡Qué bien describen a nuestra Madre estas palabras del Evangelio de hoy! Y ese es el mensaje que la Virgen de Fátima nos trae: “Que no ofendan más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido” (aparición 13 de octubre). La Virgen de Fátima no nos trae ningún mensaje nuevo. Simplemente es el Evangelio de siempre, pero aderezado con su ternura maternal que mediante sus palabras e imágenes intenta ganarnos para que seamos sarmientos ricos en frutos en la viña del Señor.
Como el Señor en sus apariciones tras la Resurrección, las palabras de Nuestra Señora de Fátima son: “No tengáis miedo. No os hago daño” (13 de mayo). ¡Quién pudiera pensar que Nuestra Madre pudiera buscar nuestro mal, que su presencia fuera áspera! Sin embargo, ella sabe que a veces tenemos miedo del Cielo. Porque del Cielo vienen las cosas de Dios que desordenan nuestra vida, que nos hacen vivir con criterios diferentes a los que estamos acostumbrados, a los que nos surgen naturalmente. Por eso nos dice, sí vengo del Cielo, voy a transformar vuestra vida, voy a llevaros por donde no queréis o donde no os apetece, pero no os voy a hacer daño. La Virgen no nos oculta la Cruz: “sacrificaos por los pecadores” (13 de junio). El Evangelio, tampoco: “a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto”, pero es que el Cielo es eso, que en la Cruz se llega a la Resurrección, a una vida nueva, más plena. Cada una de las apariciones de la Virgen es un intento casi desesperado de nuestra Madre para que sigamos a su hijo. En estos días de Pascua, ¿oiremos su voz? ¿Seguiremos los cantos de victoria que celebran su triunfo de Pascua? ¿Acogeremos su invitación de vivir una vida nueva?

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