Silencio, soledad, sencillez…este es el
medio para dejarme encontrar por el Señor en los minutos de oración, de manera
más consciente, porque Él me invade por todas las partes sin darme cuenta.
Os recuerdo unas palabras del texto
evangélico de la liturgia de hoy: “…Aquel día pediréis en mi nombre, y
no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere,
porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios. Salí del Padre y vine
al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre”.
¿Por qué el Padre mismo nos quiere? Y Jesús nos contesta: “Porque me queréis y creéis
que yo salí de Dios”. Y ahora nos
describe en pocas palabras su recorrido.
“Salí del Padre y he venido al mundo”,
es la Encarnación en el seno de María mi Madre.
“Y he venido al mundo”, desde mi
nacimiento en Belén hasta morir en la Cruz, ha sido el camino de redención, que
se completa con mi Muerte y Resurrección…
“Otra vez dejo el mundo y vuelvo al
Padre”. Mañana celebramos la Ascensión del Señor conde se completa el ciclo de
la redención con la Salvación.
Sí, “el Padre mismo os quiere”. “Porque en la intimidad de la Última Cena, el Señor lo declaró a sus
amigos y nos dejó el memorial de este amor. Más aún, colgado en la cruz, lo
gritó a los cuatro vientos con los brazos y el costado abiertos…y todavía no
somos capaces de creerlo y acogerlo plenamente, de dejarnos amar por Él”.
Este es el camino que nos toca recorrer.
María lo ha hecho, según los planes de Dios, con total fidelidad. Vamos a
pedirle en estos días ser dóciles en este camino, de su mano, hasta volver al
Padre.