28 mayo 2020. Jueves de la VII semana de Pascua – Puntos de oración


Iniciamos la oración, a impulsos del E. Santo, y con el dulce nombre de María en el corazón. Siendo conscientes que, sin estas ayudas, nada podremos.
Leemos en la primera lectura el testimonio de Pablo que, a instancias del oficial de la legión romana, quiere someterlo a un careo con los sumos sacerdotes y el sanedrín. En este contexto se le presenta la ocasión de exponer parte de su fe. Por eso, el mismo Jesús, le dirá más tarde; “¡Ánimo! Lo mismo que has dado testimonio a favor mío en Jerusalén, tienes que darlo en Roma”.
Bien pudo experimentar S. Pablo lo que el salmista expresa; “Bendeciré al Señor, que me aconseja / hasta de noche me instruye internamente / Tengo siempre presente al Señor / con él a mi derecha no vacilaré”. No hay como estar en situación un poco límite para que experimentemos ese consejo, instrucción, presencia y fortaleza que nos viene del Señor Jesús.
Un bellísimo ejemplo de este diálogo interno es el que se nos muestra en el evangelio de Juan 17,20. Basta leer y releer detenidamente, saboreando y aplicando a nuestra vida, tal “intensidad emocional”, como muestra Jesús confidenciándose con el Padre. Resulta llamativo que, en un texto de 194 palabras, las que más se repiten sean “ellos” (7 veces) y “en mí” (6 veces). Y, es que somos algo MUY IMPORTANTE para el Señor. Tanto que estamos por activa y por pasiva en los labios de Jesús, tratando con el mismo Padre. Y, nos quiere participando en “ese dinamismo circulatorio” de su amor; él ama al Padre, el Padre le ama a él y le pide al Padre que “el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos”.
Junto a María, madre y maestra de la intimidad con Dios, nos quedamos preparando la oración, sobre los aspectos que nos hagan sentir mayor cercanía y atracción hacia el Señor.

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