22 mayo 2020. Viernes de la VI semana de Pascua – Puntos de oración


Pasados los cuarenta días, ayer jueves de la resurrección del Señor, debía celebrarse su Ascensión, uno de los tres jueves que resplandecen más que el sol, junto con Jueves Santo y Corpus Christi. Se ha pasado al domingo siguiente por quedar anulada la fiesta.
A continuación, seguía los diez días para que se cumpla la cincuentena con la gran fiesta de Pentecostés al domingo siguiente que debemos prepararnos para que el Espíritu Santo se derrame en la Iglesia, ilumine sus fieles y nos señale el camino de santidad a seguir como pueblo.
En los primeros trece capítulos de Los Hechos hemos estado siguiendo la vida apostólica y milagros de Pedro, ahora es Pablo y no hay pasaje en el que no le haya ocurrido alguna controversia o le hayan pegado, haya tenido que salir por patas para salvar la vida. Hace dos días les quitaron las ropas en Filipos y les azotaron con varas. En alguna le daban por muerto y todo esto porque predicaba a Cristo y sus mismos hermanos judíos en las sinagogas le rechazaban porque como dice el centro de su predicación, el kerigma: “si con tus labios confiesas que Jesús es el Señor y de corazón crees que murió y resucitó, TE SALVARÁS”.
¿No me digáis que nos grandioso, sorprendente, jamás oído? Convoca a todos los hombres, no solo a los judíos sino también a los gentiles a que se salven. Nos salvamos si confesamos que Jesús es el Señor y de corazón creemos que murió y resucitó. Este es el núcleo central del Evangelio, que Dios envía a su hijo para salvarnos y nos pide que así lo pronunciemos con los labios: “Jesús, tú eres el Señor”. Al decir “Señor”, Kyrios, estamos diciendo que es Dios encarnado, que se ha hecho hombre por salvar a todos los hombres. Esto es para volverse hacia ÉL y decirle “Cuánto me amas, Señor”, “Yo te amo” y pasarte el rato diciéndoselo. Señor yo te amo, te amo, ...
Y seguir si queda tiempo con la segunda parte: “Porque has muerto y resucitado para salvarnos”. No es de extrañar que san Pablo nos diga “para mi vivir es Cristo y morir ganancia, porque todo lo estimo como basura, con tal de ganar a Cristo y a él crucificado” o en otro lugar:” Para mi vivir es Cristo”, ha identificado su vida con la de Él.
Es que nos da la salvación: “te salvarás”. Todos estamos buscando la salvación, y más en estos momentos tan dramáticos en los que de una manera desconocida, un virus está siendo causa de tantos muertos. Y tememos la muerte, se nos van seres muy queridos, muy cercanos y no pensamos que si han vivido como nos invita san Pablo, han triunfado, porque ÉL triunfó de la muerte, del pecado, del sufrimiento y del dolor. No huyamos de Él, ¿A dónde iremos? Sólo Él tiene palabras de vida eterna, de resurrección, de salvación.
Por eso nos dejó a su Madre para que, acercándonos a Ella, conversando como lo hace un hijo con su madre, nos vaya penetrando en la profundidad de este misterio de Amor, el único digno de fe. Solo el amor es creíble, es digno de fe.
Santa María Reina del Cielo haz que crea en su amor para conmigo, confío en ti Madre mía.
Pero si te ayuda, no pases adelante, pero sino, contempla lo que le ocurre a Pablo en la lectura de los Hechos de este día en Corinto y aunque recayó la paliza en Sóstenes el jefe de la sinagoga, al poco tiempo tuvo que salir. Antes había estado en Atenas y también sabes lo que le ocurre allí cuando les habla de un dios desconocido que ha muerto y resucitado por su salvación: le dicen que ya le oirán en otro momento, otro día. Solo Dionisio el Aeropagita, una tal Dámaris se quedaron a escucharle. Los demás se fueron marchando. Así es la vida del apóstol Pablo.

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