2 mayo 2020. Sábado de la III semana de Pascua – San Atanasio – Puntos de oración


El evangelio de este día es la continuación del evangelio que escuchamos el jueves pasado, en el que Jesús introduce el tema del Pan Eucarístico… Hoy el texto nos recoge la consecuencia de su discurso entre sus propios discípulos…, y no fueron pocos los que “se echaron atrás y no volvieron a ir con él…”
Jesús ante esta reacción de los más cercanos, no puede por menos de cuestionar a los más íntimos con estas palabras: «¿También vosotros queréis marcharos?».
Y es entonces, cuando Pedro le responde en nombre de los Doce: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios».
Mis queridos hermanos, nosotros también, tarde o temprano, tendremos que responder de una u otra manera, a las propias exigencias de nuestra vida cristiana… El cuestionamiento se nos hará, o por parte del mundo..., o por parte del demonio..., o de la carne...; ante el Misterio insondable de nuestra vida en Gracia, y nuestra recepción de la Eucaristía…
Tenemos que orar la respuesta de S. Pedro en el evangelio de hoy… “¿A quién vamos a acudir, si solo tu Señor tienes palabras de vida eterna…?”
Cuantos más años pasan en nuestra vida, más certeza y seguridad tenemos, de que solo Jesucristo tiene palabras de vida eterna… ¡Cuántas palabras no hemos escuchado ya en nuestro largo caminar, y que vacías de contenido, de significado, y de plenitud…
Por eso basta abrir el evangelio por cualquiera de sus páginas, para encontrar ese sosiego del espíritu, que tanto necesitamos en nuestro caminar diario… No dejemos de volver sobre ellas un día y otro día..., pues las necesitamos para ser mejores..., para ser felices..., y para poder hacer el bien a los demás…
En este mes de mayo que acaba de comenzar pongámonos junto a la Virgen, nuestra querida Madre, pues nadie como ella escucho la Voz de Dios, su Divina Palabra..., y nadie como ella la puso en práctica, llevándola en su seno, haciéndola vida, y dándola a la Iglesia…

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