“A Dios que concede el hablar y el
escuchar le pido hablar de tal manera que el que escucha llegue a ser mejor y
escuchar de tal manera que no caiga en la tristeza el que habla”
“El Señor ama a su pueblo” leemos en el
salmo. Y su pueblo son todos los pueblos de la tierra. Leemos como los
apóstoles andan de un sitio para otro porque para el misionero, todo lugar es
tierra de misión y de todo lugar hace su tierra, su pueblo, nada le es ajeno.
Grecia o Jerusalén, paganos, gentiles, judíos, fariseos, saduceos… No rechazan
a nadie, porque Dios no rechaza a nadie. Efectivamente, a nadie, a ti tampoco.
Dios nos ha hecho miembros de su Pueblo
Santo. Y nos envía a otros pueblos, para dar hijos a la Iglesia. Y no es tarea
fácil esa de anunciar, de dar testimonio, Cristo mismo lo advierte en el
evangelio… pero ya tenemos en nosotros el consuelo. Porque antes incluso que el
apostolado, está la unión con Dios. La base de todo apostolado, de todo
testimonio, es precisamente que el Padre envió a su Hijo y la Trinidad ha hecho
morada en ti y en mí.
A modo de conclusión, ¿qué podemos decir
del apóstol de Cristo?
1. Está unido a Dios, al Padre, por medio de su Hijo, a impulsos del Espíritu
Santo.
2. o rechaza a nadie. Su única obsesión es que los de otros pueblos se hagan
miembros del Pueblo en mayúsculas.
3. Es acogedor. La prueba de la conversión de Lidia es que hospeda a los
apóstoles. Acoger a todos. En esta situación en la que va a quedar nuestro país
podemos hacer muchas cosas concretas: compartir de mi pan, de mi ropa, etc. (¿renuncio a parte de mi plato y con lo que ahorro lo doy a Caritas? ¿La ropa
que no me vale la tiro o la doy? ¿malgasto? ¿derrocho? ¿Cómo es mi generosidad?
Si mi conciencia la tengo tranquila, profundiza: ¿soy solidario o me urge la
caridad mismo de Cristo? ¿Tengo purificada mi intención?
4. Alaba al Señor (salmo) y adora al verdadero Dios: ¿me he montado
diosecillos? ¿soy agradecido a Dios? ¿Reconozco en mi vida que todo es don?
¿soy dócil a voz del Espíritu?
Está claro: Por medio de María, solo
Cristo. Todo nuestro, nosotros de Cristo y Cristo de Dios. Feliz oración,
“pedazo de apóstol”.