13 junio 2020. Sábado de la X semana del T. Ordinario – San Antonio de Padua – Puntos de oración


Cada día el Evangelio nos presenta un tesoro. Quizá haya días que cueste más descubrirlo, pero siempre está ahí.  ¿Cuál es el tesoro de hoy? Podría parecer un mero consejo de prudencia. “No juréis en absoluto, ni por el Cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra que es estrado de tus pies”. Pero el tesoro que siempre se esconde más profundo que eso. “Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo”. ¡Ah, era eso! Nos dice el Señor: “No jures porque no tienes poder sobre lo que pones de garantía para tu juramento. No jures porque eres una de mis pequeñas criaturas, ¿qué vas a poder tú? Tú solo puedes si yo te proveo de fuerza. Así te lo enseña el Salmo hoy ˋTú, Señor, eres el lote de mi heredad´.  Yo soy lo único que tienes, no te hagas dueño y señor de los dones que te doy. Tu palabra, tu juramento, no los domina, no los cambia por mucho que hables”.
El Señor nos llama a vivir con sencillez y, en este momento, a orar con sencillez. Sin darnos más importancia de la que tenemos. A decirle: “Aquí estoy Señor. He vuelto un día más a pasar un rato contigo. Enséñame a saber que no soy dueño de las cosas. Ni de las que poseo, ni de las me ocurren, ni de las que están a mi cargo”. Hoy es sábado, día de nuestra Madre. Mirémosla en el momento de la Anunciación. El Señor le propone un plan que escapa a su comprensión. Y Ella responde sin grandes aspavientos, sin palabras grandilocuentes. Sin juramentos de fidelidad. Le basta un sencillo que parece circunscribirse al momento presente: “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu Palabra”. No le promete al Señor grandes hazañas ni le entrega su vida. Simplemente dice sí a la iniciativa que le hace el Señor en ese momento. Así se construirá su actitud de Estar ante la Cruz, entregando cada momento, porque no disponemos de otra cosa que el poder decir ahora sí al Señor y no a las obras del Maligno y de la carne.

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