Después de acostado, ya que me quiera
dormir, por espacio de un Avemaría pensar a la hora que me tengo de levantar, y
a qué, resumiendo el ejercicio que tengo de hacer. (San Ignacio).
Al día siguiente: iniciaremos
nuestro rato exclusivo con el Señor, poniéndonos en su presencia y recordando
la oración preparatoria de san Ignacio: Pedimos gracia a Dios nuestro
Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente
ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad.
El texto del evangelio de hoy no nos
ayuda a preparar una contemplación, sería más apropiado para una meditación,
pero algún jesuita comenta que estos pasajes son para meditarlos con el
corazón, mejor que con la cabeza. Habla entonces de la consideración,
considerar significaría ponderar afectivamente y ahondar en el sentido último
de la enseñanza, guardarnos las cosas en nuestro interior, como hacía la
Virgen. A ella nos encomendamos.
El episodio que nos cuenta el evangelio
debió ocurrir en los últimos días de Jesús en Jerusalén. La escena sucede
en el templo. Jesús debe de estar en uno de los grandes pórticos. Los fariseos
están reunidos en torno a Él, cuando Jesús, dirigiéndose a ellos, les hace la
siguiente pregunta sobre el Mesías: ¿Cómo dicen los escribas que el
Mesías es hijo de David? Y luego añade: El mismo David,
inspirado por el Espíritu Santo, dice: “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi
derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies." Si el mismo David lo
llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?
Jesús pretende hacerles ver que la
enseñanza de escribas y fariseos, que hacían al Mesías descendiente de David
por la sangre, no era suficiente para entender la divinidad de Cristo. Apela a
la Escritura y les orienta, con su certera pregunta, hacia la trascendencia y
divinidad del Mesías. Los fariseos sólo se habían limitado a considerar el
origen del Mesías como exclusivamente descendiente de David. Y Cristo quiere
elevar y sugerir que el Mesías tiene también un origen más alto: divino.
Jesús no busca la victoria en la
polémica, busca la salvación de aquellos hombres, por eso intenta liberarles
del prejuicio, de la ideología que distorsiona la verdad, busca que descubran
quién es su Dios, quién es su Mesías.
Reflectamos sobre nosotros, como diría
Ignacio, preguntémonos: ¿Quién es mi Dios? ¿Es el Dios de la Misericordia y la
Caridad o es un Dios del cumplimiento y la norma? Consideremos estas cosas en
nuestro corazón, hagamos coloquio de ellas con el Señor.