5 junio 2020. Viernes de la IX semana del Tiempo Ordinario – San Bonifacio – Puntos de oración


Después de acostado, ya que me quiera dormir, por espacio de un Avemaría pensar a la hora que me tengo de levantar, y a qué, resumiendo el ejercicio que tengo de hacer. (San Ignacio).
 Al día siguiente: iniciaremos nuestro rato exclusivo con el Señor, poniéndonos en su presencia y recordando la oración preparatoria de san Ignacio: Pedimos gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad.
El texto del evangelio de hoy no nos ayuda a preparar una contemplación, sería más apropiado para una meditación, pero algún jesuita comenta que estos pasajes son para meditarlos con el corazón, mejor que con la cabeza. Habla entonces de la consideración, considerar significaría ponderar afectivamente y ahondar en el sentido último de la enseñanza, guardarnos las cosas en nuestro interior, como hacía la Virgen. A ella nos encomendamos.
El episodio que nos cuenta el evangelio debió ocurrir en los últimos días de Jesús en Jerusalén.  La escena sucede en el templo. Jesús debe de estar en uno de los grandes pórticos. Los fariseos están reunidos en torno a Él, cuando Jesús, dirigiéndose a ellos, les hace la siguiente pregunta sobre el Mesías: ¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de David?  Y luego añade: El mismo David, inspirado por el Espíritu Santo, dice: “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies." Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?
Jesús pretende hacerles ver que la enseñanza de escribas y fariseos, que hacían al Mesías descendiente de David por la sangre, no era suficiente para entender la divinidad de Cristo. Apela a la Escritura y les orienta, con su certera pregunta, hacia la trascendencia y divinidad del Mesías. Los fariseos sólo se habían limitado a considerar el origen del Mesías como exclusivamente descendiente de David. Y Cristo quiere elevar y sugerir que el Mesías tiene también un origen más alto: divino.
Jesús no busca la victoria en la polémica, busca la salvación de aquellos hombres, por eso intenta liberarles del prejuicio, de la ideología que distorsiona la verdad, busca que descubran quién es su Dios, quién es su Mesías. 
Reflectamos sobre nosotros, como diría Ignacio, preguntémonos: ¿Quién es mi Dios? ¿Es el Dios de la Misericordia y la Caridad o es un Dios del cumplimiento y la norma? Consideremos estas cosas en nuestro corazón, hagamos coloquio de ellas con el Señor.

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