9 junio 2020. Martes de la X semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


Oración directa a Dios:
¡Haz brillar sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro! Que no brille nuestro rostro, sino que brille el tuyo, y el nuestro sea apenas su reflejo. Sí, ya sé que cuanto más limpio esté el mío más brillarás tú, como un espejo limpio que devuelve mejor la imagen que se refleja.
¡Tú eres la luz del mundo…! Claro, y nosotros pequeñas velillas que nos toca alumbrar por los rincones de ese mundo que tanto amas… y tanto amamos. No el mundo ese mundano, superficial e incluso malévolo, sino el mundo formado por tantas personas, por cada persona: por cada niño y cada joven; por cada engendrado, aunque todavía no nacido y por la viuda; por cada hombre y por cada mujer que se aman; por cada mendigo y cada peregrino…
Y si somos luz, Señor, tendremos que serlo con salero. Una luz vibrante, divertida, bailona…, que alumbra de sobra a todos, pero no deslumbra a nadie. Una sal que sazona todo, pero que no lo deja demasiado salado.
Porque tú, Señor, eres alegría, gozo y consuelo… y por eso “has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en su trigo y en su vino”. Es más, tenemos tanta alegría porque abunda en nosotros también el trigo y el vino de tu Eucaristía. Eso sí que alegra nuestro corazón y aumenta nuestra reserva de sal. Esa sal que se guarda en grandes almacenes para cuando hay que echarla en las carreteras nevadas y así puedan circular nuestros hermanos los hombres. Aunque tengamos que ser pisados por ellos tantas veces, no nos importa si eso les ayuda a llegar a un buen destino… A ti, Señor, que eres la mejor meta para todo hombre.
Tú nos lleves a todos a ese lugar donde “la orza de harina no se vaciará y la alcuza de aceite no se agotará”.
“Ten piedad de mí y escucha mi oración”.
Amén.

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