“El que escucha estas palabras mías y
las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre
roca”.
La única roca de nuestra vida es el
Señor, su amor por nosotros. Creer esto es edificar la casa sobre roca, sobre
un fundamento que no se hunde nunca.
Nuestro fundamento es el amor del Señor
por nosotros, en eso está nuestra confianza. Para continuar con este mes
dedicado al Corazón de Jesús compartimos esta meditación de Abelardo que habla
precisamente de esta confianza en al amor de Dios por nosotros.
Oración de la Confianza al Corazón de
Jesús, del P. Charmot.
“Corazón de Jesús, en Ti confío. De tu
Corazón, espero torrentes de gracia y de misericordia. La fuerza para cumplir
todas tus voluntades sobre mí, y la realización de todos tus designios sobre mi
vida. Puedo perderlo todo, aun la gracia; pero: ¡jamás hasta la muerte, perderé
esta confianza!”
Confianza hasta la audacia. Fijémonos,
porque esto es una oración de la confianza, hasta la audacia, sin límites:
Puedo perderlo todo, aun la gracia; pero: ¡jamás hasta la muerte, perderé esta
confianza! Podríamos añadir: “Porque es en Ti y no en mis fuerzas, en lo que
tengo fe”. Es que debo de creer que Dios me ama, y no que soy yo el que
arrebato el Corazón de Dios porque le amo.
Es en Ti y no en mis fuerzas en lo que
tengo fe, y es imposible esperar demasiado de Tu Corazón. No quiero apoyarme ni
en mis virtudes, ni en tus dones mismos.
Unos dirán: “Mi confianza es la
paternidad de Dios”. Otros, “mi confianza es mi oración perseverante”. Otros
aun, “mi confianza, es mi confianza misma”. Para mí, mi confianza es todo eso,
y algo más sólido aun: Mi confianza es Tu Corazón; ahí está toda mi confianza.
Un Corazón como el Tuyo no puede
decepcionar a nadie, ni al más criminal. Y si todo se derrumba para mí y en mí,
Tu Corazón permanecerá para mí, inmutablemente, aunque todo se derrumbe.
Creo en tu amor para conmigo, por eso es
por lo que en Ti confío, Corazón de Jesús, porque creo en Tu amor para conmigo
y aunque se derrumbe todo, tu Corazón permanecerá inmutable para mí. El Corazón
abierto de Jesús crucificado.
En mi miseria, mi confianza es tu
Corazón divinamente rico en méritos. En mi debilidad, mi confianza es tu
Corazón todopoderoso y liberal. En mis pecados, mi confianza es tu Corazón
infinitamente misericordioso. En mi egoísmo, mi confianza es tu Corazón
ardiente de amor hasta la locura de la cruz. En mi oración, mi confianza es tu
Corazón desbordante de ternura filial hacia el Padre. En mi caridad, mi
confianza es tu Corazón lleno de tu Espíritu de Amor. En mi celo, mi confianza
es tu Corazón devorado por el deseo de redimir las almas por tu preciosa
Sangre, y en Él estoy seguro de encontrar todo lo que le falta al mío: la
semejanza con tu Corazón.
Y con el Corazón de Nuestra Madre
Inmaculada, la redención de las almas, la reparación de todas las ofensas, y la
mayor Gloria de la Santísima Trinidad en la que quiero solamente y eternamente,
por tu Corazón abierto, vivir y morir. Así sea. (Cor Iesu).