Ven Espíritu de Dios, ven y enséñame a rezar. Ven
Espíritu de Dios, inúndame de tu paz, llena de silencio mi corazón para que te
pueda escuchar. Ayúdame a dejarme querer. Ven Espíritu de Dios.
Hoy el Señor nos regala un ideal, una meta. La receta
de la felicidad. Y quizás ya nos hemos acostumbrado, pero así a primera vista
da la sensación de que algo está mal… los pobres, los que lloran, los que
tienen hambre, los sufridos… ¿De qué felicidad nos hablas Señor? Qué poco se
parece a lo que yo me imagino y tantas veces busco.
Dios nos llama al subir bajando, al ideal de los
fracasados, al no cansarse nunca de estar empezando siempre a vivir el mundo al
revés. Nos invita a hacernos pequeñitos y cuánto nos cuesta.
Vamos a subir a la montaña hoy con Jesús, a suplicarle
que nos de su fuerza y su gracia para dejarnos transformar. Y en ese subir,
vamos a pegarnos a nuestra Virgen montañera, fijarnos lo que Dios puede hacer
en una persona cuando esta se deja amar totalmente. Hoy Jesús nos quiere
repetir ese ideal, dejémonos sorprender con su mundo al revés.