18 junio 2020. Jueves de la XI semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


“A Dios que concede el hablar y el escuchar le pido hablar de tal manera que el que escucha llegue a ser mejor y escuchar de tal manera que no caiga en la tristeza el que habla”
Aclamad justos al Señor… ¿Qué es ser justo? Precisamente el que hace justicia a Dios con su vida. La aclamación, alabanza y adoración es ya una forma de “ser justos”, pero ¿cuál es la vida del justo? ¿Es el que no peca? ¿el que no cae nunca? En absoluto: el justo peca siete veces al día.
La definición de justicia tradicional es: “dar a cada uno lo que le corresponde con naturaleza y dignidad”. Podríamos decir que es “al César lo que es del César, a Dios lo que es de Dios”. O mejor dicho aún: poner cada cosa en su sitio. La respuesta del Señor Jesús es clara: “vuestro Padre sabe…”. Es decir, a Dios ser Padre, a mí ser hijo: ¡ser niño! Solo se puede ser justo si soy niño, si soy hijo. Por eso dirá el salmo: “de la boca de los niños de pecho has sacado una alabanza”. “Aclamad justos al Señor” es por tanto “aclamad, niños, hijos, a vuestro Padre”.
¿Se nos meterá en la cabeza, o mejor, en el corazón, que aquí lo que importa es amar? Es el niño, el justo, el que siempre ama al Padre, el que siempre ama a sus hermanos. En la oración aprendemos a amar, en la vida aprendemos a amar. Y mejor… también sabernos amados. En la oración aprendemos a amar porque somos amados. No ama el que no es amado. De ahí esa llamada de Jesús a la sencillez: rezar en lo escondido, con palabras simples…: “Padre nuestro”, “ABBA”, “PAPÁ”. Si el amor se exhibe ya no es amor. El amor, ahora que sabemos tanto de virus, se contagia igual: sin darnos cuenta, en pequeños detalles. ¡Que sepamos amar así”
Feliz oración. Feliz momento de amor.

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