4 junio 2020. Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote – Puntos de oración


Que nuestro primer pensamiento de la mañana sea para Dios y recordar lo que el Señor nos quiere comunicar y que vamos a meditar durante ese día.
Nos ponemos en presencia del señor y ofrecerle todo nuestro día a su Corazón por medio del Inmaculado Corazón de María, pidiéndole también nos conceda del Señor poder hacer nuestro deber con actitud de servicio atento y diligente como la Virgen a su prima Santa Isabel; movida por el Espíritu Santo, ahora ya que acabamos de empezar nuestra Campaña de la Inmaculada y a pocos días de haber celebrado la Pascua de Pentecostés.
Hoy el evangelio nos relata el gran amor que el Señor nos tiene al estar en la agonía del huerto sumido en una tristeza hasta la muerte; sufriendo por nosotros, le pide al Padre: Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz. El cáliz del Señor es la sangre suya que ya empieza a derramar en el huerto de Getsemaní el jueves santo, y que terminará cuando el soldado traspase con la lanza su corazón de donde mane para nosotros la fuente de su misericordia. Hasta derramar las últimas gotas de su sangre. El pan es su cuerpo que lo entregará: Pero no se haga como yo quiero, sino como quieres tú.
Que no se haga como nosotros queremos Señor sino como tú quieres. Le pedimos esta gracia a la Virgen Nuestra Madre: la de hacer lo que Él quiere, que será siempre lo mejor para nosotros y para los hermanos en orden a la salvación y mayor bien a todos.
Que al comulgar el día de hoy podamos darle las gracias al Señor por el inmenso amor y el gran sufrimiento al entregarnos su cuerpo y su sangre en el altar.
Hoy es también un día para pedir por la santificación de los sacerdotes, dándole gracias al Señor porque nos regala ese gran don de la eucaristía por medio de hombres como nosotros con defectos y virtudes, pero que el en su infinita providencia nos regala para prolongar su sacrificio redentor.
Junto a la Iglesia Universal nos unimos en oración pidiendo a Dios por medio de María (madre de Jesucristo Sumo Sacerdote y de sus sacerdotes) a Dios. El mismo quien para su glorificación y salvación del género humano quiso constituir a su hijo único, Sumo y Eterno Sacerdote, pueda también conceder a los hombres que él mismo eligió como ministros y dispensadores de sus misterios, el que sean siervos fieles y prudentes en el ministerio recibido en orden a su santificación y las de todas las almas que con su servicio van peregrinando camino hacia el Reino de Dios.
Os quisiera compartir también unas palabras de Pío XII en este día: Por esto, aquellas palabras del Apóstol: «Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús» exigen de todos los cristianos que reproduzcan en sí mismos, en cuanto lo permite la naturaleza humana, el mismo estado de ánimo que tenía nuestro Redentor cuando se ofrecía en sacrificio: la humilde sumisión del espíritu, la adoración, el honor, la alabanza y la acción de gracias a Dios.
Aquellas palabras exigen, además, a los cristianos que reproduzcan en sí mismos las condiciones de víctima: la abnegación propia, según los preceptos del Evangelio, el voluntario y espontáneo ejercicio de la penitencia, el dolor y la expiación de los pecados. Exigen, en una palabra, nuestra muerte mística en la cruz con Cristo, para que podamos decir con san Pablo: «Estoy crucificado con Cristo».
Madre, muy unidos a la Iglesia concédenos del Señor la gracia de unirnos al sacrificio redentor de Cristo en el altar, prolongarlo en nuestro día a día. Amén.

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