24 junio 2020. Natividad de san Juan Bautista – Puntos de oración


Hoy nos ayudan las ideas de la homilía pronunciada por san Juan Pablo II en el Aeropuerto de Chayka (Ucrania) el Domingo 24 de junio de 2001, durante el viaje apostólico a Ucrania.
«El Señor desde el seno materno me llamó; desde las entrañas de mi madre pronunció mi nombre» (Is 49, 1). Celebramos hoy la natividad de san Juan Bautista. Las palabras del profeta Isaías se aplican muy bien a esta gran figura bíblica que está entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. En el gran ejército de profetas y justos de Israel, Juan «el Bautista» fue puesto por la Providencia inmediatamente antes del Mesías, para preparar delante de él el camino con la predicación y con el testimonio de su vida.
Entre todos los santos y santas, Juan es el único cuya natividad celebra la liturgia. En la primera lectura hemos escuchado que el Señor llamó a su siervo «desde el seno materno». Esta afirmación se refiere, en plenitud, a Cristo, pero, por reflejo, se puede aplicar también a su precursor (...)
«Desde el seno de mi madre me llamaste» (Salmo responsorial). Podemos hacer nuestra, hoy, esta exclamación del salmista. Dios nos conoció y amó antes aún que nuestros ojos pudieran contemplar las maravillas de la creación. Todo hombre al nacer recibe un nombre humano. Pero antes aún, posee un nombre divino: el nombre con el cual Dios Padre lo conoce y lo ama desde siempre y para siempre. Eso vale para todos, sin excluir a nadie. Ningún hombre es anónimo para Dios. Todos tienen igual valor a sus ojos:  todos son diversos, pero iguales; todos están llamados a ser hijos en el Hijo.
«Juan es su nombre» (Lc 1, 63). A sus parientes sorprendidos Zacarías confirma el nombre de su hijo escribiéndolo en una tablilla. Dios mismo, a través de su ángel, había indicado ese nombre, que en hebreo significa «Dios es favorable». Dios es favorable al hombre:  quiere su vida, su salvación. Dios es favorable a su pueblo:  quiere convertirlo en una bendición para todas las naciones de la tierra. Dios es favorable a la humanidad:  guía su camino hacia la tierra donde reinan la paz y la justicia. Todo esto entraña ese nombre:  Juan.
Amadísimos hermanos y hermanas, Juan Bautista era el mensajero, el precursor:  fue enviado para preparar el camino a Cristo. ¿Qué nos dice la figura de san Juan Bautista precisamente aquí, en Kiev, al inicio de esta peregrinación a vuestra tierra? (…)  Pueblo de Dios que crees, esperas y amas en tierra ucraniana, gusta de nuevo con alegría el don del Evangelio, que recibiste hace más de mil años (…) San Juan Bautista es ante todo modelo de fe (…) Es modelo de humildad, porque a cuantos lo consideran no sólo un profeta, sino incluso el Mesías, les responde:  «Yo no soy quien pensáis, sino que viene detrás de mí uno a quien no merezco desatarle las sandalias» (Hch 13, 25).
Es modelo de coherencia y valentía para defender la verdad, por la que está dispuesto a pagar personalmente hasta la cárcel y la muerte. Tierra de Ucrania, impregnada de la sangre de los mártires, ¡gracias por el ejemplo de fidelidad al Evangelio que has dado a los cristianos de todo el mundo! Muchos de tus hijos e hijas han caminado con plena fidelidad a Cristo; muchos de ellos han llevado su coherencia hasta el sacrificio supremo. Su testimonio debe servir de ejemplo y acicate para los cristianos del tercer milenio (...)
Queridos obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, que habéis acompañado fielmente a este pueblo a costa de sacrificios personales de todo tipo y lo habéis sostenido en los tiempos oscuros del terror comunista, os doy las gracias y os exhorto a seguir siendo testigos celosos de Cristo y buenos pastores de su grey en la amada Ucrania.
Vosotros, queridos jóvenes, sed fuertes y libres. No os dejéis engañar por espejismos de felicidad barata. Seguid el camino de Cristo:  ciertamente, Cristo es exigente, pero puede haceros gustar el sentido pleno de la vida y la paz del corazón. Vosotros, queridos padres, preparad el camino del Señor ante vuestros hijos. Educadlos con amor y dadles un buen ejemplo de coherencia con los principios que enseñáis (…) Todos y cada uno sed «luz de las naciones» (Is 49, 6).
Tú, ciudad de Kiev, sé «luz de Ucrania». De ti salieron los evangelizadores que, en el decurso de los siglos, fueron los «Juan Bautista» de los pueblos que habitaban estas tierras. ¡Cuántos de entre ellos sufrieron, como Juan, por dar testimonio de la verdad y con su sangre se han convertido en semilla de nuevos cristianos! Ojalá que no falten en las nuevas generaciones hombres y mujeres del temple de estos gloriosos antepasados.
Virgen santísima, protectora de Ucrania, tú desde siempre has guiado el camino del pueblo cristiano. Sigue velando sobre tus hijos. Ayúdales a no olvidar nunca el «nombre», la identidad espiritual que han recibido en el bautismo. Ayúdales a gozar siempre de la gracia inestimable de ser discípulos de Cristo (cf. Jn 3, 29). Sé tú la guía de cada uno. Tú, Madre de Dios y Madre nuestra, María.

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