Nos ponemos en la presencia del Señor
antes de iniciar nuestra oración. ¡Dios está aquí, a mi lado! Y por lo tanto la
oración es muy sencilla, porque a Mi lado está el Señor.
Hoy es un día para recordar a los
mártires, recordamos a Carlos Luanga y compañeros. Estos hombres murieron
mártires en Uganda a finales del siglo XIX por no querer satisfacer los deseos
impuros del rey de Uganda. Murieron por ser cristianos. Hoy en día en África
mueren muchos más mártires por ser cristianos. En Nigeria son cientos los que,
de vez en cuando, son encerrados en una iglesia y le prenden fuego matando a
todos los presentes. En otros muchos países musulmanes están muriendo muchos cristianos
sólo por el hecho de serlo. Hay muchos más mártires que en los primeros siglos
del cristianismo. Pidámosle al Señor que su sangre sirva de nueva semilla en el
amanecer cristiano.
En la primera lectura de la misa de hoy
Pablo se dirige a Timoteo, uno de sus discípulos más queridos, al que ha
nombrado obispo de una iglesia y le insiste de forma vehemente: “Por esta
razón, te recuerdo que reavives el don de Dios que hay en ti por la imposición
de mis manos, pues Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de
fortaleza, de amor y de templanza. Así pues, no te avergüences del testimonio
de nuestro Señor ni en mí, su prisionero; antes bien, toma parte en los
padecimientos por el evangelio, según la fuerza de Dios”
Es una llamada fuerte al apostolado, a
la extensión del evangelio que nos encomendó Jesús momentos antes de ascender
al cielo. La campaña de la Visitación nos ofrece un marco de apostolado
maravilloso porque nos invita a trabajar con el ejemplo de la Virgen: Olvido de
sí misma mientras se entrega completamente a los demás.
Tenemos por delante un verano que si no
actuamos se puede convertir en invierno para las almas y muerte incluso.
Examínate sobre tu apostolado: en un
futuro, los amigos que te rodean ¿te podrán echar en cara que no les dijiste
nada? Reza en primer lugar por ellos, es decir háblale a Dios de ellos y luego
lánzate a hablarles a ellos de Dios.
Coge fuerzas mirando a la Virgen y
termina precisamente, tu oración, pidiéndole fuerzas a la Madre para ser fiel
al espíritu del evangelio.