Epístola I de
San Juan 2,29.3,1-6. ¡Mirad qué amor nos ha tenido el Padre
para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!… Todo el que
comete pecado quebranta también la ley, pues el pecado es quebrantamiento de la
ley. Y sabéis que él se manifestó para quitar los pecados, y en él no hay
pecado. Todo el que permanece en él no peca. Todo el que peca no le ha
visto ni conocido.
Salmo
97,1.3cd-4.5-6. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas:
Evangelio según
San Juan 1,29-34. Al día siguiente, al ver Juan a Jesús
que venía hacia él, exclamó: -«Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo.
- Saborea textos tan entrañables y confortadores.
- Lección: Si tanto me ha amado Dios Padre, cómo puedo pecar (obrar iniquidad)… Pero es el Cordero de Dios y desde entonces podré cantar un cántico nuevo porque hizo-hace-hará maravillas.
- Bello testimonio del converso Chesterton: "Cuando me preguntan por qué he entrado en la Iglesia Católica, mi respuesta es siempre la misma: para librarme de mis pecados, porque no hay otra religión que tenga de verdad el poder de perdonar los pecados de los hombres... Un católico que se confiese entra en la clara mañana de su bautismo".
La confesión
es la Navidad aquí-ahora, para todo el año, siempre
“Si alguno
peca, Abogado tenemos ante el Padre”.
Qué tiempo tan
estupendo para decirle al Niñito Dios: ¡Ahora, comienzo! En el año de la vida
consagrada, de Santa Teresa…, también puede ser el de mi gracia de la Navidad.
Estamos en la octava y en primer sábado del mes, un día para renovar mis
compromisos de militante de Santa María, ¡hágase-estar-magníficat!