1 octubre 2018. Lunes de la XXVI semana del T. O. – Santa Teresa de Lisieaux – Puntos de oración


Para comenzar nuestra oración nos ponemos en la presencia del señor, le pedimos luz al Espíritu Santo para que nos ilumine y también podemos pedir la intercesión de santa Teresa de Lisieux, patrona de las misiones, que celebramos hoy.
Hoy la iglesia en la primera lectura nos recuerda que nuestra vida es obra de Dios. Todo lo que tenemos es gracias a él y que todas las cosas llegan por algún motivo. Incluso a veces llegan momentos de pruebas y de dificultad, como el caso de Job, sin embargo, a pesar de todo Dios sigue siempre ahí. Qué bonito sería que en nuestra oración de hoy sepamos volver a poner a Dios en el centro, que si somos superhéroes cuando las cosas son salen genial pero que tampoco somos despreciables porque estemos atravesando un mal momento, sino que tanto en lo bueno como en lo malo dependemos de Dios y debemos confiar en él.
Por otro lado, el evangelio nos da un consejo más práctico, más fácil de concretar en el día a día que es el ser pequeños, como niños, y acoger a cualquiera que se nos acerque. Muchas veces nos pasa como a los apóstoles que vemos a gente muy buena que lleva a cabo buenas obras, pero quizá no coincidimos en algunos aspectos y dejamos de ayudarle o apoyarle o incluso podemos llegar a poner trabas. En cambio, Jesús nos recuerda que todos somos necesarios para construir el reino y que toda ayuda es buena. De nuevo aquí los niños muchas veces nos lo enseñan, que para jugar da lo mismo de donde vengas lo importante es que tengas ganas de jugar. Igual tenemos que ser nosotros, estar abiertos a quién venga, pero siempre con la mirada puesta en el objetivo, construir el reino, hacer que este mundo sea cada vez un poquito mejor.
Finalmente se puede resumir todo en la figura en que a pesar de los años y del tiempo que llevemos haciendo oración, tenemos que volver siempre a la niñez de cara a Dios. Los niños siempre confían en sus padres y todo lo que tienen y viven es gracias a ellos, como nos recuerda la primera lectura. Y los niños son mucho más abiertos y juzgan menos por lo tanto nosotros debemos ser abiertos como hemos visto con el evangelio.
Por último, pues dejemos que el niño que llevamos dentro le cuente a su madre sus inquietudes en la oración, sus expectativas del mes o lo que quiera. Pero que no se nos olvide acabar nuestra oración con un pequeño dialogo con nuestra madre la virgen.

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