Para comenzar nuestra oración nos
ponemos en la presencia del señor, le pedimos luz al Espíritu Santo para que
nos ilumine y también podemos pedir la intercesión de santa Teresa de Lisieux,
patrona de las misiones, que celebramos hoy.
Hoy la iglesia en la primera lectura nos
recuerda que nuestra vida es obra de Dios. Todo lo que tenemos es gracias a él
y que todas las cosas llegan por algún motivo. Incluso a veces llegan momentos
de pruebas y de dificultad, como el caso de Job, sin embargo, a pesar de todo
Dios sigue siempre ahí. Qué bonito sería que en nuestra oración de hoy sepamos
volver a poner a Dios en el centro, que si somos superhéroes cuando las cosas
son salen genial pero que tampoco somos despreciables porque estemos
atravesando un mal momento, sino que tanto en lo bueno como en lo malo
dependemos de Dios y debemos confiar en él.
Por otro lado, el evangelio nos da un
consejo más práctico, más fácil de concretar en el día a día que es el ser
pequeños, como niños, y acoger a cualquiera que se nos acerque. Muchas veces
nos pasa como a los apóstoles que vemos a gente muy buena que lleva a cabo
buenas obras, pero quizá no coincidimos en algunos aspectos y dejamos de
ayudarle o apoyarle o incluso podemos llegar a poner trabas. En cambio, Jesús
nos recuerda que todos somos necesarios para construir el reino y que toda
ayuda es buena. De nuevo aquí los niños muchas veces nos lo enseñan, que para
jugar da lo mismo de donde vengas lo importante es que tengas ganas de jugar.
Igual tenemos que ser nosotros, estar abiertos a quién venga, pero siempre con
la mirada puesta en el objetivo, construir el reino, hacer que este mundo sea
cada vez un poquito mejor.
Finalmente se puede resumir todo en la
figura en que a pesar de los años y del tiempo que llevemos haciendo oración,
tenemos que volver siempre a la niñez de cara a Dios. Los niños siempre confían
en sus padres y todo lo que tienen y viven es gracias a ellos, como nos
recuerda la primera lectura. Y los niños son mucho más abiertos y juzgan menos
por lo tanto nosotros debemos ser abiertos como hemos visto con el evangelio.
Por último, pues dejemos que el niño que
llevamos dentro le cuente a su madre sus inquietudes en la oración, sus
expectativas del mes o lo que quiera. Pero que no se nos olvide acabar nuestra
oración con un pequeño dialogo con nuestra madre la virgen.