8 octubre 2018. Lunes de la XXVII semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración


Antes de hacer este rato de oración nos vamos a poner en la presencia del Señor sintiéndole muy cerca: Dios está a tu lado, es más, te envuelve por todos los sitios; el Señor te mira desde todos los puntos de vista, tanto exteriores como interiores y aprovecha para decir: Señor, que bien se está aquí. Puedes hacer un acto de puro amor y toma todos los corazones que existen y que han existido para decirle a Jesús: Te amo con todas mis fuerzas.
La lectura de la carta a los Gálatas nos sirve para darnos cuenta de que no hay nada nuevo bajo el sol; que ya desde los primeros tiempos se dan las mismas desavenencias y divisiones que se dan hoy en nuestra iglesia. Por ello no sirve de nada lamentarse y es mejor ponerse a trabajar por la unión de los cristianos. Os traigo a la memoria las experiencias de Coventry de este verano.
El texto del evangelio que hoy nos propone la liturgia es maravilloso. La composición de lugar es bien fácil: Jesús rodeado de sus discípulos mientras les enseña y también están presentes algunos maestros de la Ley. Uno de ellos, para poner a prueba a Jesús le pregunta: Maestro, ¿qué tengo que hacer para ganar la vida eterna? Jesús que sabe que lo están probando le hace responder a la pregunta él mismo y el escriba responde: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo”.
 “Has respondido correctamente, haz esto y tendrás la vida”; le contesta Jesús. Pero el maestro de la ley le pregunta a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús se inventa una historia que es una de las páginas más bellas de la Escritura; una historia que revoluciona completamente el pensamiento judío: para un buen judío el desarrollo de esta historia no tiene sentido.
Un hombre bueno baja de Jerusalén a Jericó y unos bandidos lo asaltan y lo dejan medio muerto. El sacerdote y el levita pasan de largo porque piensan del moribundo: algo mal habrá hecho para que Dios lo castigue de esta manera. Sin embargo, pasa un samaritano; los samaritanos eran muy odiados por los judíos por eran israelitas que habían abandonado al verdadero Dios; este samaritano se acercó a él y compadeciéndose se acercó a él, le vendó las heridas y lo colmó de todo tipo de atenciones. Esta forma de actuar no es normal en tiempo de los judíos y ahora tampoco; por eso esta forma de actuar del samaritano rompe la estructura mental de los judíos. Muchas lecciones podemos sacar de este texto.
Pero quiero hacerte ver esta escena desde otro punto de vista: el hombre que ha quedado destrozado no es otro que Cristo; míralo en la cruz y verás como lo han dejado; muchos pasan a su lado, cristianos o no, y pasan de largo. Ahora sigue el rato de oración y actúa como crees que debes actuar, continua tú la historia que Cristo comenzó; enumera las cosas que vas haciendo.
No termines tu rato de oración sin acordarte de la Madre; Ella sí que supo estar al lado de Cristo en los momentos más importantes; pregúntale a Ella qué debes hacer con el cuerpo lastimado del Señor.

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