* Primera lectura: En la parte exhortativa de la carta a los Efesios, hoy
san Pablo nos recuerda dos aspectos básicos: la caridad fraterna y la llamada a
evitar la inmoralidad reinante en la sociedad de la época.
Para el amor a los demás tenemos dos
buenos maestros, Dios Padre y Cristo Jesús: "como Dios os
perdonó en Cristo, sed imitadores de Dios, como hijos queridos",
"vivid en el amor, como Cristo os amó y se entregó por nosotros".
Hay otros aspectos que los cristianos
deben evitar en su vida: "de inmoralidad, indecencia o afán de dinero, ni
hablar". Parece como si Pablo estuviera viendo, no las
costumbres de su época, sino las de ahora: el lenguaje de los medios de
comunicación y los espectáculos. Esas cosas "son las que atraen el castigo
de Dios".
Los cristianos hemos cambiado de vida
y se nos tiene que notar: "por algo sois un pueblo santo",
"antes erais tinieblas, pero ahora, como cristianos, sois luz: vivid como
gente hecha a la luz".
O sea, aunque parezca recurrir a un
dicho popular, “hay que ser bueno y parecerlo...”
* Evangelio: La mujer encorvada es todo un símbolo: una mujer que no
puede enderezarse ni levantar su cabeza al cielo; una mujer que lleva un peso
encima que no puede soportar; una mujer cansada y oprimida; una mujer hundida y
aplastada; una mujer que ha recibido en sus espaldas palos incontables; una mujer
que se agacha para que otros pasen, que, como describía el profeta exílico, «a
ti misma te decían: póstrate para que pasemos, y tú pusiste tu espalda como
suelo y como calle de los que pasaban» (/Is/51/23). Es todo un símbolo del
antiguo pueblo de Dios. Es un símbolo de todos los que soportan pesos
intolerables, de cualquier tipo que sean.
Pero ahora viene la reacción de
Cristo. Jesús la llamó, la impuso las manos y la levantó. Es también un gesto
simbólico. Dios no nos quiere encorvados y afligidos. Dios no nos quiere
oprimidos y esclavizados, ni caídos ni acobardados, ni deprimidos ni postrados. Dios
nos quiere libres. Él nos quiere en pie. En pie significa libertad,
confianza, transcendencia. Dios ha creado al hombre para que viva
con dignidad, para que sea libre y creador. Somos hijos de Dios, somos hermanos
en Cristo, somos templos del Espíritu Santo.
Por eso, uno de los imperativos que
más se repiten en la historia de la salvación es el «levántate». Dios es «el
que endereza a los que ya se doblan», «el que levanta de la miseria al pobre»,
«el que levanta del polvo al desvalido» (cf. /1S/02/08; Sal 107, 41;
/Sal/113/07...).
Y por eso se nos acerca el mismo Dios
en Cristo Jesús: para quitarnos todas las cargas y los yugos: "Venid
a mí...» (Mt. 11, 28). Y extiende su mano para levantar a los que están
postrados, con el imperativo: «Levántate», sea a la suegra de Pedro
(Mc. 1, 30-31), sea a la hija de Jairo (Mc. 5, 41 = Talita Kum), sea a la mujer
encorvada.
Oración final:
Concede, Señor, a tu pueblo perseverancia y
firmeza en la fe, y a cuantos confiesan que tu Hijo, Dios de gloria eterna como
tú, nació de Madre Virgen con un cuerpo como el nuestro, líbralos de los males
de esta vida y ayúdales a alcanzar las alegrías eternas. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.