1. Ef 3, 2 Yo, el menor de todos los santos, he recibido la
gracia de anunciar a los paganos la insondable riqueza de Cristo, y poner de
manifiesto la dispensación del misterio que estaba oculto desde siempre en
Dios.
¡Qué grandeza la mía, el menor de
todos, recibir gratis la misión de ser misionero, propagador de la inagotable
riqueza de Cristo! Revelar a todos el tesoro escondido.
Todos andan buscando su oportunidad,
que les acrediten, que los contraten… Por el bautismo hemos sido elegidos para
la gran misión.
Señor, no merezco nada, pero necesito
todo. Gracias por elegirme, dame la gracia de responder sin condiciones.
2. Is 12,2 Tañed para el Señor, que
hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de
Sion: porque es grande en medio de ti el santo de Israel.
Mi salmodia de hoy me recuerda a la
del endemoniado liberado, cuando loco de alegría va saltando y cantando: ¡Lo
contaré a todos! Cuando sentimos que el Señor ha hecho algo grande en mí, no
puedo contenerlo. Quizá no soy sensible a las maravillas del Señor y debo
pedirle humildemente que me las haga ver. Pero a lo largo de las 24 horas son
tantas las gracias derramadas. Quizá estoy bastante distraído y no escucho o no
veo. Habla, Señor, que tu siervo escucha y quiere cantar, pregonar tus
maravillas. Y, entonces, sí, mi vida será un magnífico magnificat.
3. Lc 12, 39 Jesús dijo a sus discípulos: " estad preparados, porque a la hora
que menos penséis viene el Hijo del hombre". ¡Feliz aquel a quien su
Señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo!
Está claro, Señor. Hay que vigilar en
todo momento. Debo sacar el billete porque puede pasar el coche cuando menos lo
espere, debo estar con el móvil alerta porque me puede llamar. Ayúdame, Señor,
a ser lo que soy, a vivir mi regla, mi compromiso. Del dicho al hecho, ningún
trecho. COHERENCIA. Estoy a la espera, el Señor viene ya; mi vida es un
adviento permanente. La inspiración al poeta le viene siempre trabajando, al
cristiano orando y con el mazo dando.
Es la fiesta de San Antonio María
Claret, el enamorado de la Inmaculada, el que abrasa de amor por donde pasa.
¡Corazón Inmaculado de María, lléname de su fe, de su celo, de su alegría!