«Dichoso el vientre que te llevó y
los pechos que te criaron»
Podemos
comenzar la oración de hoy, solemnidad de Nuestra Señora del Pilar repitiendo
sin prisas el salmo: saboreándolo, como se hace con los buenos vinos, con los
ricos manjares. Recitar el salmo nos ayudara a centrar la atención en Dios, en
el tema de meditación o en lo que buscamos. Al orar con los salmos imitamos a
Jesús en una de sus formas preferidas de oración. El Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado. El
Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi
vida, ¿quién me hará temblar?
En
Zaragoza, el apóstol Santiago fue sostenido en su fe por María, la madre de
Jesús. Desde entonces no ha faltado la especial protección de esta tierra y en
todas las naciones a las que llevó la fe en Jesucristo. Él me protegerá
en su tienda el día del peligro; me esconderá en lo escondido de su morada, me
alzará sobre la roca.
En el
Evangelio de la misa se nos recuerda a aquella mujer que levantó su voz entre
el gentío para piropear a la madre de Jesús: Dichoso el vientre que te
llevó y los pechos que te criaron.
Ante este
piropo, Jesús reacciona con otro, a manera de bienaventuranza: dichosos
los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. Evidentemente lo
dice para todos, pero debemos entender por el contexto que lo dice sobre todo
por su madre. María fue la primera que acogió a Cristo
–Palabra de Dios- en su vida y por ello se convirtió en la primera discípula y
misionera de la Iglesia; y en un modelo de santidad para todos los cristianos.
Para algunos cristianos el resaltar la figura de la Virgen como lo hace la
Iglesia Católica les parece una exageración e incluso una idolatría. Me
pregunto, ¿le parecerá mal a Jesús que sus discípulos honren a su madre más que
a ningún otro discípulo o que la honren junto a Él? No parece muy lógico que el
mejor de los hijos esté celoso de su madre. Todo lo contrario, Jesús se sentirá
orgulloso y muy contento de que se quiera y se honre a su madre sobremanera.
Así pues, amemos a María sin medida, como la ama Jesús y como la han amado
todos los santos.
Al
terminar la oración de hoy nada mejor que dar gracias a la Virgen, Madre de
Dios y madre nuestra. Gracias por acoger a Jesús, por cuidarlo y dárnoslo. Por
todo lo que ha hace por cada uno nosotros y por nuestros pueblos. Por la unidad
y la concordia entre todos, especialmente por ayudarnos siempre a superar las
legítimas diferencias.
Oración
final a la Virgen del Pilar:
Pilar
sagrado, faro esplendente,
rico presente de caridad.
Pilar bendito, trono de gloria,
tú a la victoria nos llevarás.
rico presente de caridad.
Pilar bendito, trono de gloria,
tú a la victoria nos llevarás.
Cantad,
cantad
himnos de honor y de alabanza.
Cantad, cantad
a la Virgen del Pilar.
himnos de honor y de alabanza.
Cantad, cantad
a la Virgen del Pilar.